Las creencias que tenemos sobre nosotros mismos, nos hacen ser de una manera determinada.
Somos muchos los que tenemos, o hemos tenido, complejos por nuestro aspecto físico o por cualquier otro motivo.
Tener esos complejos en ocasiones, nos para o no nos permite avanzar como deseamos.
No somos perfectos, y sin embargo en los anuncios de televisión, por ejemplo, o en los programas y revistas, suelen aparecer personas que lo parecen. Nos venden cremas para las arrugas, reafirmantes, tintes de pelo, maquillaje, comida o pastillas que nos ayudan a no engordar o que nos adelgazan.
Vivimos rodeados de todos esos estímulos, que nos hacen creer que tenemos que ser como las personas de los anuncios.
Nuestros complejos se multiplican, que aunque en muchos casos no son reales, se acomodan en nuestro día a día, y nos hacen actuar y pensar de determinada manera.
Los complejos nos reclaman todos los días, para que nos miremos en el espejo sin ganas, para compararnos con aquel que nosotros creemos que tiene éxito, y sentirnos inferiores y poca cosa.
Tendemos a idealizar lo que no somos o lo que no tenemos. Pensamos que lo de fuera es mejor que lo que vemos en nosotros mismos o en nuestro entorno más cercano.
No eres perfecta.
No eres perfecto.
No tienes porque serlo.
Te animo a que dejes atrás los complejos y te quieras y te respetes.
Todos los días, después de ducharte, mira tu cuerpo entero desnudo en el espejo,
Mírate primero, de modo global y luego céntrate en lo que no te gusta, y míralo como miras a alguien que quieres, ya sea tu pareja, tu hijo o tu nieta.
Focaliza ese cariño en esa zona que te incomoda de ti mismo.
Mírate con ese amor durante unos minutos, y descubre tu cuerpo como algo nuevo y positivo.
Poco a poco y día a día, podrás ver lo que realmente tienes delante de ti. Lo que se refleja en el espejo sin malestar y sin complejos.
Recuerda: ¡Eres una persona maravillosa!
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