Si las metas que persigues no están al servicio de tus propios valores, cuando las consigas no solo no tendrán sentido sino que te dejarán una gran sensación de vacío.
A lo largo de nuestras vidas todos nos vamos planteando continuamente objetivos, sueños o metas que alcanzar. Pero es posible que alguna vez te haya sucedido que tras lograr un objetivo no has sentido lo que esperabas sentir, tu satisfacción por ese logro ha durado poco y ha dado paso a una sensación de falta de sentido, como si dijeras: "Bien, lo he logrado, ¿y ahora qué?" Si esto te sucede con frecuencia puede ser debido a que no estableces tus metas en función de tus propios valores, sino de tus miedos.
Las metas que nos tracemos en la vida han de ser el camino que nos lleva a satisfacer aquello que valoramos de verdad, que enriquece nuestras vidas y las dota de sentido. Pero a menudo, no nos movemos por el camino que nos lleva a alcanzar nuestros valores, sino por el camino que nos lleva a evitar el dolor emocional. Por ejemplo, supongamos que alguien quiere estudiar medicina. ¿Por qué ha tomado esta decisión? Si quiere ser médico porque le apasiona la medicina y lo que puede hacer con ella, porque disfruta ejerciendo esa profesión, porque siente un verdadero deseo de estudiar y adquirir esos conocimientos, o porque ayudar a los demás a curarse le produce satisfacción, entonces esta persona no solo se está guiando por sus valores al tomar esa decisión sino que seguramente será también un buen médico.
Pero si la respuesta es que desea estudiar una profesión con prestigio para así ganarse la aprobación de su familia, entonces esta meta no sirve para satisfacer un valor, sino para evitar el malestar causado por el rechazo de algunas personas. Es más una huida del dolor, una conducta de evitación. Pero lo cierto es que cuando huimos del dolor solo logramos traer más dolor a nuestras vidas.
Sin embargo, si esta persona sigue indagando un poco más en el por qué de esta decisión y se pregunta qué es lo que de verdad valora, se dará cuenta de que lo que de verdad desea es sentirse apreciado y valorado por los demás como persona, que lo acepten tal y como es. Y eso no lo conseguirá trazándose esa meta de convertirse en médico. En este caso, esa meta es un error que implica transformarse en alguien que no es y no desea ser para así ganarse la aprobación de los demás. Tal vez la consiga, pero a costa de pagar un precio bastante alto: renunciar a sí mismo, fingir ser lo que no es y sentirse decepcionado consigo mismo. Por tanto, deberá cambiar su meta por otra que le ayude a sentirse valorado sin tener que recurrir a este auto-sabotaje, tal vez buscando personas diferentes.
Por este motivo, antes de tomar una decisión o incluso cuando pareces estar atascado en tu vida y no sabes hacia dónde dirigirte, conocer tus valores se convierte en un primer paso fundamental. Una vez que conozcas qué es lo que de verdad valoras y deseas tener en tu vida, entonces puedes pensar qué metas trazarte para que te ayuden a alcanzar esos valores.
Con esta indagación en tus valores no solo trazarás mejores metas sino que te darás cuenta de cuándo estás haciendo algo solo para evitar el dolor, ya sea el dolor del rechazo, como en el ejemplo del estudiante, la ansiedad, el miedo o cualquier otro tipo de malestar.
Pero lo cierto es que al final resulta más fácil construir y dirigir tu vida guiándote por aquello que valoras de verdad en tu interior y tratando de alcanzar lo que de verdad deseas, en vez de centrarte en tratar de evitar aquello que temes.
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