Nuestra experiencia terrenal se aligera y se hace dichosa cuando comprendemos que no somos de este mundo, que solo estamos de paso y que nuestra existencia pertenece a otros niveles de conciencia.
Somos seres espirituales utilizando un cuerpo físico y viviendo una experiencia terrenal. Esta experiencia terrenal es una aventura que elegimos vivir libremente utilizando nuestro libre albedrio. No hemos sido obligados a nada, siempre hemos sido libres y lo seguiremos siendo por la eternidad. Hemos deseado experimentar la ilusión de salirnos del cielo y practicar lo que significaría separarnos de nuestro creador, un sueño del cual podemos despertar en cualquier momento, un sueño que podemos terminar con el mismo grado de libertad con que escogimos experimentarlo.
La conciencia universal solo desea nuestro bien, solo desea nuestro bienestar y felicidad, solo nos desea la dicha que es herencia de nuestro padre. Albert Einstein dijo: “Dios es sofisticado, pero no malévolo”.
El amor infinito ha utilizado toda su inteligencia para hacernos saber cuando nos alejamos de la fuente. Todo lo que nos duele, nos enferma y nos hace sufrir son ilusiones nuestras. La verdad solo corresponde a nuestra felicidad, perfecta salud y bienestar.
Neale Donald Walsch escribió: “La vida debe ser felicidad. Tú debes ser feliz. Y si eres feliz, debes ser más feliz. Aunque seas muy feliz, puedes ser más feliz todavía”
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