Consideremos a Dios como La Fuente, El Todo, Uno, Conciencia Universal, Amor Universal, Universo, o como quieras llamarlo. Para lo que quiero decir poco importa como lo llamemos.
Somos seres espirituales utilizando un cuerpo físico y viviendo una experiencia terrenal. Esta experiencia terrenal es una aventura que elegimos vivir libremente utilizando nuestro libre albedrio. No hemos sido obligados a nada, siempre hemos sido libres y lo seguiremos siendo por la eternidad. Hemos deseado experimentar la ilusión de salirnos del cielo y practicar lo que significaría separarnos de nuestro creador, un sueño del cual podemos despertar en cualquier momento, un sueño que podemos terminar con el mismo grado de libertad con que escogimos experimentarlo.
Nuestra experiencia terrenal se aligera y se hace dichosa cuando comprendemos que no somos de este mundo, que solo estamos de paso y que nuestra existencia pertenece a otros niveles de conciencia.
Muchos maestros nos han dicho que andamos de paso en este lugar que no es nuestro hogar y que estamos en condiciones de volver cuando queramos. Ellos hablan de volver a casa.
Volver a casa no significa morir y dejar nuestro cuerpo, es mucho mas que eso, significa comprender que todo lo vivido solo sirve para experimentar el camino de regreso y establecer nuestra estadía en esos niveles superiores que podemos llamar cielo, sin necesidad de dejar nuestra condición humana.
Transitar este camino ha sido una larga jornada, se habla de hasta 700 encarnaciones para lograr comprender que podemos volver a reconocernos como hijos de Dios, herederos de toda la gracia y todo el amor de nuestro padre.
El libro “ Un curso de Milagros” dice que cuando decidimos pensar que estábamos separados de Dios, nuestro padre de inmediato creó varias leyes universales para ayudarnos a volver y que si no fueran por ellas, nos hubiéramos ido para siempre de su lado, habiendo renunciado para siempre a todo el bienestar y la dicha que él nos ha regalado desde el momento de nuestra creación.
Una ley universal es un principio que nos ayuda y nos guía para el camino de regreso.
La conciencia universal solo desea nuestro bien, solo desea nuestro bienestar y felicidad, solo nos desea la dicha que es herencia de nuestro padre. Albert Einstein dijo: “Dios es sofisticado, pero no malévolo”.
Cada vez que contradecimos una ley, no es que estemos desobedeciendo, simplemente estamos experimentando lo que significa alejarse de nuestro origen y cada vez que lo hacemos sufrimos. Este sufrimiento no existe como castigo o para que nos recojamos de dolor o para enfermar nuestro cuerpo físico, sino, para reconocer las señales entregadas para que hagamos los cambios internos para alinearnos y volver al hogar si así lo decidimos. No estamos obligados a sufrir, es solo nuestra elección.
Las señales para volver son my claras, todo lo que nos proporciona dolor nos aleja y todo lo que nos proporciona bienestar nos acerca y nos encamina. Cuando no estanos claros, cuando nos confundimos, podemos esperar un tiempo y éste nos dirá con perfecta claridad si hemos estado alejándonos de la fuente, ya que se manifestará algún grado de sufrimiento suficiente como para darnos cuenta de que necesitamos alinearnos.
El amor infinito ha utilizado toda su inteligencia para hacernos saber cuando nos alejamos de la fuente. Todo lo que nos duele, nos enferma y nos hace sufrir son ilusiones nuestras. La verdad solo corresponde a nuestra felicidad, perfecta salud y bienestar.
Neale Donald Walsch, escribió: “La vida debe ser felicidad. Tú debes ser feliz. Y si eres feliz, debes ser más feliz. Aunque seas más feliz, puedes ser más feliz todavía”
Patricia Gonzalez
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