Todos nosotros hemos tenido algún sueño que nos ha hecho despertarnos asustados en medio de la noche, aliviados al darnos cuenta de que se trataba tan sólo de una pesadilla. A veces es la misma pesadilla, que se repite una y otra vez, y en otras ocasiones, aunque cambia, la esencia es la misma. Lo normal es soñar con que nos persiguen, nos atacan o que estamos desnudos en público.
Las pesadillas no son algo aleatorio, sino que suelen reflejar un conflicto que existe en nuestra vida y al que no podemos hacer frente o no podemos resolver, y el cerebro las utiliza para solucionar dichos problemas.
Nuestro sueño se divide en dos fases, uno conocido como “SWS” o sueño con ondas lentas, que es el que se da cuando nos dormimos y posteriormente entramos en la fase REM, en la que realizamos movimientos rápidos con los ojos, de ahí sus siglas en inglés (rapid eye movement). Es en esta fase cuando tenemos las pesadillas.
Tener pesadillas es normal, pero deberemos prestar atención al hecho de que las pesadillas sean recurrentes o se vuelvan habituales, lo que puede significar que el sujeto esté viviendo una situación traumática. Aunque muchas veces en las pesadillas no dejamos de movernos, no lo hacemos mientras dormimos y esto se debe a que los músculos se “desconecta” durante el sueño.
Los motivos por los que se tienen pesadillas son, entre otros:
- Un recuerdo, consciente o no de un acontecimiento traumático.
- Un estado emocional débil producido por un desengaño amoroso, la muerte de un familiar,etc
- Un hecho externo, como el ruido de las cañerías, del que quizá no somos conscientes, pero que nuestro cerebro detecta e integra en el sueño.