Todos tenemos cosas que, en mayor o menor medida no nos gustan de nosotros mismos. Puede que sea el simple hecho de llegar tarde o que no sabemos controlar nuestra agresividad, pero cuando aparecen estos comportamientos nos sentimos mal y deseamos no ser así.
En este punto podemos decidir cambiar e ir mejorando estos aspectos poco a poco pero, si por cualquier razón no somos capaces aún de hacerlo, nuestra mente va a poner en marcha una serie de mecanismos que nos van a permitir convivir con esa parte de nosotros mismos que no nos gusta hasta que podamos cambiarla.
Estos mecanismos son adaptativos, es decir, los pone en marcha el cerebro para adaptarnos a la realidad en la que vivimos y normalmente de forma automática, por lo que no somos conscientes de ello.
Algunos de estos mecanismos son:
- Proyección: Consiste en proyectar en otra persona las cosas que no nos gustan de nosotros mismos. Según la Programación Neurolingüística una de las formas más sencillas de saber lo no nos gusta de nosotros mismos es analizar qué nos pone nervios o no nos gusta de los demás.
- Racionalización: Mediante este mecanismo lo que hacemos es inventarnos una serie de explicaciones que intenta tranqulizarnos cuando hemos actuado de una forma que no nos gusta. De este modo, encubrimos los verdaderos motivos que nos han llevado a actuar así, motivos que no consideramos aceptables. Cuando, por ejemplo, cotilleamos sobre un compañero de trabajo y nos sentimos mal por ello, nos justificamos a nosotros mismos diciéndonos que “toda la oficina lo hace”. De ese modo, volvemos aceptable un comportamiento que en principio no nos gusta.
- Negación: Si convivimos con hechos que no nos gusta y nos resulta muy doloroso, pero no tenemos el valor de cambiarlo, se pone en marcha la negación, por la cual negamos la existencia de estos hechos. Es muy común en las mujeres maltratadas, cuando niegan en su cabeza que su pareja las maltrate, y se aferran a la idea de que, aunque las maltraten las quieren.