Que el mundo está cambiando no es un secreto... En las últimas décadas hemos asistido a profundas transformaciones en todo el planeta y existe una alarma justificada debido al preocupante cambio climático, los movimientos migratorios, la crisis económica, la globalización de los conflictos y un sinfín de otros temas. Pero aunque nuestra atención esté puesta en los problemas mundiales del momento, con un ejercicio de distanciamiento en el tiempo descubriremos que los cambios que estamos presenciando son mucho más radicales y de largo alcance de lo que parece.
Hace poco más de un siglo nuestros antepasados todavía se alumbraban con velas y candiles, se desplazaban en caballerías, viajaban en barcos, se calentaban con leña o carbón y se comunicaban escribiendo cartas que tardaban varios días o meses en llegar. Es decir, con algunas pequeñas mejoras, utilizaban los mismos medios de comunicación, producción y subsistencia que se habían utilizado a lo largo de miles de años. Y en un tiempo record hemos pasado del caballo a la nave espacial, de la espada de madera y las muñecas de trapo a los juegos de ordenador, y de la carta escrita con pluma a la telefonía móvil e Internet, sin olvidar el resto de avances científicos y tecnológicos que han transformado profundamente nuestra vida y hábitos, eso sí, con resultados dudosos para nuestro equilibrio global.
Estamos viviendo un periodo histórico que parece confirmar el tan pregonado cambio de era que tiene lugar cada 2155 años aproximadamente. Hay quienes afirman que ya hemos entrado en la era de Acuario mientras que otros dicen que todavía está por llegar. Pero en realidad poco importa la etiqueta que le pongamos a este periodo de transformaciones sin precedentes, que se inició a principios del siglo XX con la creciente industrialización, la aparición del automóvil, los primeros vuelos de aviones, el cine, la radio, la televisión y toda una serie de descubrimientos que hubiesen dejado perplejos a nuestros antepasados de hace tan sólo un par de generaciones.
De la misma forma que somos testigos y partícipes de estas innovaciones y cambios acelerados, también observamos que la conciencia de los seres humanos no se ha desarrollado a la misma velocidad que la ciencia y la tecnología, lo que ha creado un peligroso desfase entre el instrumento y la conciencia que lo maneja. Como resultado, hoy nos encontramos en el mundo con efectivas armas de destrucción masiva, modernas industrias que contaminan las aguas, y veloces medios de transporte que polucionan el aire que respiramos. Por otro lado, la codicia y la ausencia moral de los países tecnológicamente avanzados ha generado una mayor desigualdad en el mundo, ahondando las diferencias entre ricos y pobres, y sumiendo en el hambre y las enfermedades a gran parte del planeta. Visto todo esto no deberíamos extrañarnos de que la Tierra se queje y que recibamos señales que apuntan a la necesidad de un cambio profundo en nuestro planeta, si queremos sobrevivir. Desde la astrología intentamos entender este momento histórico, reflexionando sobre cuales pueden ser los caminos que nos lleven a encontrar la luz al final del túnel.
La astrología mundial es una especialidad que estudia los ciclos planetarios con el objetivo de tener una visión comprensiva de los procesos sociales y acontecimientos colectivos que afectan a la Tierra. Un primer paso es observar los planetas más lentos, Urano, Neptuno y Plutón, en su tránsito por los signos. El astrólogo Dane Rudhyar (1895-1985) calificaba de “fertilizantes” a los tránsitos de estos planetas, y decía que a su paso por los signos despertaban y eran portavoces de las cualidades asociadas al signo transitado. De forma general:
Urano se relaciona con las ideas colectivas. El ciclo de este planeta en torno al zodíaco es de 84 años, y su tránsito se caracteriza por el rupturismo con respecto a los valores sociales vigentes representados por el signo transitado. A la vez, apunta hacia un nuevo modo en la expresión de dichos valores.
Neptuno se relaciona con los sentimientos colectivos. El ciclo zodiacal de este planeta es de 165 años, y su tránsito revela los sueños, valores idealizados y anhelos inconscientes del colectivo, simbolizados por el signo que transita. Podemos observar su expresión externa en la seducción de las modas y en los movimientos sociales del momento.
Plutón se relaciona con los procesos colectivos de transformación y regeneración. El ciclo zodiacal es de 248 años, y su tránsito extrae de las profundidades -y destruye- aquellos valores representados por el signo transitado que ya no sirven o que están corruptos, propiciando así el surgimiento de algo nuevo.
El tránsito de Plutón
El tránsito de Plutón es el más lento de los tres planetas mencionados, por lo que cuando entra en un signo actúa durante largo tiempo, en base a la energía que representa, haciendo emerger a la superficie los factores simbolizados por el signo transitado. Si tomamos como ejemplo sus últimos pasos por signos, vemos que entre 1983 y 1995 Plutón transitó por Escorpio, signo del que es planeta regente y cuyo simbolismo está asociado a los procesos tanto autodestructivos como autoregenerativos que pueden vincularse claramente con la ecología.
En ese periodo la población tomó una mayor conciencia de la contaminación de la Tierra y de la destrucción de los recursos naturales, y se despertó un interés general por la ecología y las energías renovables que habían sido hasta el momento temas residuales entre sectores alternativos. También en esta época creció la preocupación por la enfermedad del SIDA que se transmitía principalmente vía sexual o a través de las jeringuillas compartidas por personas con adicción a la heroína. Escorpio es el signo zodiacal relacionado con la sexualidad y la muerte, y si tomamos la analogía de “clavarse la aguja” con la conducta del escorpión que se clava a sí mismo el aguijón, no es difícil descubrir los simbolismos implícitos. Estos son solamente un par de ejemplos que podrían ampliarse con otros muchos y que revelan cómo las correspondencias del signo tienen su manifestación en los acontecimientos de cada periodo.
Igualmente encontramos claras analogías simbólicas en el tránsito de Plutón por el signo de Sagitario entre 1995 y 2008. Sagitario es un signo relacionado, entre otras cosas, con la religión y con el extranjero, y en este periodo el simbolismo plutoniano mostró su peor cara con el creciente terrorismo internacional, la expansión del fundamentalismo religioso, los flujos migratorios y la globalización de los conflictos bélicos. Sagitario es un signo que representa los excesos de todo tipo, y en estos años el consumismo desbordado y la tendencia a vivir por encima de las propias posibilidades se convirtió en algo muy común que llevó a un nefasto endeudamiento de las clases trabajadoras, y que tuvo su expresión más evidente en la crisis financiera del 2008, en donde se destaparon prácticas económicas obscenas generadas por la codicia sin límites de unos cuantos.
Con respecto a este significativo 2008 hay que señalar que Plutón entró en el signo de Capricornio el 26 de enero, luego en su movimiento retrógrado volvió a Sagitario el 14 de junio, y al volver a su movimiento directo, entró definitivamente en Capricornio el 27 de noviembre, donde permanecerá hasta el año 2024. Capricornio es un signo que se relaciona con las estructuras sociales, la política y la economía, por lo que la entrada de Plutón en este signo hacía presagiar profundas transformaciones en estos ámbitos. Por otro lado, sus desplazamientos en 2008 a caballo entre los signos de Sagitario y Capricornio parece expresar una síntesis de ambos signos en un año en que salieron de la sombra los excesos, imprudencias y maquinaciones económicas de los sectores financieros.
La entrada de Plutón en Capricornio en 2008 es simbólicamente interesante pues cuando este planeta fue descubierto en 1930 transitaba el signo de Cáncer, y ahora se ubica justo en el signo opuesto al de su descubrimiento objetivando (o “mirando de frente”) su función y significado a través de la oposición. Es cierto que Plutón ya existía con anterioridad, pero se considera que la energía de un planeta se hace particularmente consciente para los seres humanos a partir de su descubrimiento.
La mayoría de astrólogos ya preveían desde hacía bastantes años que en 2008 se iniciaría un periodo caracterizado por importantes crisis en el ámbito de las finanzas y la política -atributos del signo de Capricornio- que llevarían a profundas transformaciones económicas y sociales. Pero en nuestra sociedad los estudios astrológicos suelen ser ignorados sistemáticamente cuando no ridiculizados. Por otro lado, si alguien hubiese dado crédito a estas previsiones quizás tampoco habría podido evitarse lo que está ocurriendo ni lo que está por llegar. Es cierto que una previsión astrológica puede no ser siempre acertada, como tampoco lo es una previsión meteorológica, bursátil o cualquier otra que especule sobre el futuro. Pero de la misma manera que tenemos en consideración una previsión meteorológica de lluvia y tomamos el paraguas –aunque luego no llueva-, también sería prudente considerar las hipótesis de una previsión astrológica a fin de preparar el terreno para lo que pueda venir. Y esto no como un acto de fe, sino en base al porcentaje de aciertos derivados de la observación de los ciclos planetarios a través de la historia.
Los ciclos combinados
Para el estudio de los procesos y acontecimientos colectivos se toman como indicadores principales los ya mencionados planetas más lentos Urano, Neptuno y Plutón, junto con Júpiter y Saturno que son los que les siguen en lentitud. Además de sus tránsitos por los signos, se consideran de especial importancia los ciclos combinados de todos estos planetas. Un ciclo combinado se inicia cuando dos de estos planetas entran en conjunción, es decir cuando ambos coinciden en un mismo punto del zodíaco. A partir de aquí se desarrolla entre ambos una relación en la que, al igual que ocurre entre las parejas humanas, hay momentos de crisis, momentos de distensión y momentos de enfrentamiento. Las vicisitudes del ciclo combinado se deducen de los ángulos (90º, 120º, 180º, etc.) que se van formando al alejarse el uno del otro y que son significadores de fluidez o tensión.
En sus ciclos individuales, Júpiter tarda 12 años en dar una vuelta entera al zodíaco, Saturno 29 años y medio, Urano 84, Neptuno 165 y Plutón 248 años aproximadamente. Mientras que en sus ciclos combinados los periodos están condicionados por las velocidades de los planetas implicados, tal y como puede verse en la tabla, donde también se señala el año de inicio más próximo al momento actual:
El momento más intenso de un ciclo combinado es el que corresponde a la conjunción, pues señala el inicio de una relación que se desarrollará a lo largo de los años siguientes. Hay que señalar que en los raros momentos históricos que participan más de dos planetas en un inicio de ciclo son de esperar cambios especialmente significativos. Esto es lo que ocurrió entre 1988 y 1991 con la triple conjunción de Saturno-Urano-Neptuno en Capricornio, evento que solamente tiene lugar cada 500 años y que tuvo su momento álgido en 1989 cuando Júpiter hizo oposición a estos tres planetas desde el signo de Cáncer. Recordaremos que fue precisamente en esas fechas cuando cayó el muro de Berlín y se inició la desintegración de la Unión Soviética, dando lugar a una nueva correlación de fuerzas en el orden mundial y a la desaparición de las tensiones de laguerra fría entre los dos grandes bloques formados por los USA y la URSS. El astrólogo francés André Barbault en su obra Le Pronostic Experimentale en Astrologie, publicada en 1973, ya se refería a esta triple conjunción y señalaba en relación a las dos grandes potencias del momento:
“(...) estos dos competidores -USA y URSS-, o los valores de capitalismo y comunismo que éstos representan- llegan a un fin de carrera al mismo punto y en el mismo momento, como fundiéndose en una única corriente (...) reencontrándose así Urano y Neptuno en un nuevo punto de partida cíclico.”
Visto retrospectivamente y aunque los pronósticos de Barbault puedan hoy ser matizados, nadie puede dudar en lo que tenían de certeros, sobre todo considerando que fueron publicados dieciséis años antes, cuando nada hacía prever un acercamiento entre los dos bloques. Pero ¿en qué se basaba Barbault para sus afirmaciones? Para Barbault el ciclo Saturno-Urano estaba relacionado con tendencias imperialistas y capitalistas, mientras que el ciclo Saturno-Neptuno lo vinculaba con la ideología comunista. Teniendo en cuenta estos principios era lógico pensar que un encuentro de Saturno, Urano y Neptuno podían dar lugar a algo que uniese esas dos tendencias antagónicas. Y aunque no hubo una verdadera unión entre los Estados Unidos y la nueva Rusia, sí que hubo una distensión entre ambas potencias a la vez que se materializó la unión de las dos alemanias. Esto supuso un acontecimiento de gran importancia económica y política, que tuvo su escenificación simbólica con la destrucción del Muro de Berlín que había dividido Alemania -y Europa- durante varias décadas.
El periodo 2008-2012
Volviendo al momento astrológico actual, observamos diversos factores coincidentes en el tiempo que deberían ser objeto de nuestra atención. Tal y como vimos, Plutón ha entrado en Capricornio en 2008, pero también Urano entró en Aries entre 2010-11 y Neptuno en Piscis entre 2011-12. Este fue un momento singular pues, si tenemos en cuenta sus lentos desplazamientos, estos tres planetas significadores del inconsciente colectivo cambiaron de marco energético con muy poco intervalo de tiempo. Junto con los cambios de signo de Urano, Neptuno y Plutón, vemos en este mismo periodo configuraciones especialmente dinámicas en las que participa Saturno de forma destacada. De forma general, Saturno en sus ciclos combinados con Urano, Neptuno y Plutón materializa la manifestación de estos tres planetas cuando entra en relación con ellos. Y también debemos considerar el ciclo combinado de Júpiter-Saturno pues está relacionado con coyunturas socio-económicas, culturales e ideológicas.
Todo esto nos lleva a observar que el 2010, precisamente el año que Urano entró en el signo de Aries, se formó una figura de tensión en la que participaron Júpiter, Saturno, Urano y Plutón. Tan sólo Neptuno se mantuvo relativamente ajeno a esta configuración planetaria que en argot astrológico denominamos "Cuadratura en T en signos cardinales". Urano en Aries nos remite a situaciones nuevas e imprevistas no exentas de brusquedad, pero un momento de máxima tensión se observó para el 10 de Agosto de ese año, tal y como puede verse en la siguiente carta astral:
Esta configuración revela una evidente tensión entre unos valores conservadores que buscan perpetuarse mediante alianzas (Saturno en Libra) enfrentados a posiciones ideológicas radicales y beligerantes en donde no es de excluir el fanatismo religioso (Urano-Júpiter en Aries). Todo ello con el arbitraje de Plutón en Capricornio que recibe esa tensión de ambas partes y que sugiere una salida abrupta y la transformación en profundidad de las estructuras sociales, económicas y políticas tal y como las conocemos. Y esto sin descartar otros posibles efectos relacionados con perturbaciones geológicas o atmosféricas.
Es de señalar que Neptuno, en su ciclo de 165 años, entró definitivamente en Piscis el 3 de Febrero de 2012 donde permanecerá durante catorce años. Es precisamente a finales de ese año cuando, según el calendario maya, acaba un ciclo que se inició el 13 de Agosto del 3113 a.C. (14 de Agosto del 3114 a.C. según el calendario Juliano) y que acaba el 21 de Diciembre de 2012. Las especulaciones con respecto a esta fecha son abundantes y van desde predicciones sobre cataclismos naturales y guerras mundiales, a eventos en los que intervendrían fuerzas cósmicas o visitaciones extraterrestres. Por otro lado, fuentes científicas de la NASA hablan de un aumento en las manchas solares a partir del 2010 ó 2011, que tendrían repercusiones importantes en nuestro planeta en los inmediatos años siguientes. En realidad es difícil asimilar tal aluvión de teorías, pero de lo que no cabe duda es que existen indicadores de procedencias muy diversas que parecen coincidir en que algo está pasando y que algo se avecina.
En las profecías mayas, basadas en su calendario, se señala que el 21 de Diciembre de 2012 marca el final de un ciclo materialista en el que para sobrevivir deberemos volver a sincronizarnos con los ciclos universales de la naturaleza. El inicio del nuevo ciclo precisará pues de un poderoso cambio en la conciencia humana y en la percepción que tenemos del mundo. Cabe recordar que es precisamente en Febrero de 2012 cuando la entrada de Neptuno completó el cambio de signo de los tres planetas lentos Urano, Neptuno y Plutón vinculados al inconsciente colectivo. La energía de Piscis-Neptuno se relaciona con lo confuso y lo intangible, pero también con los sentimientos de unión, la empatía, el misticismo y el amor cósmico. Queda pues la esperanza de que las cualidades positivas de la energía neptuniana participen en los momentos difíciles que puedan acontecer.
Igualmente, desde la perspectiva astrológica que nos ocupa, vemos que los planetas para el 21 de Diciembre de 2012 no presentan la situación de tensión extrema que pudimos ver en la carta astral del año 2010. Esto es algo que parece confirmar el Índice Gouchon, un método de investigación astrológica actualizado y divulgado por el veterano astrólogo André Barbault, en donde se suman las distancias angulares entre los cinco planetas lentos y después se anotan los resultados de forma grafica, año por año, para el periodo que se quiere investigar. En la gráfica se observa que cuando la línea desciende hay un aumento de la tensión internacional y que cuando la línea sube disminuye esa tensión. Tomando el periodo actual vemos una curva descendente hasta el 2010, seguida de un breve remonte hasta el 2014 y después un pronunciado descenso que tocaría fondo hacia el 2022 para luego remontar de nuevo.
En base a estos datos, parece que en el 2012 estaríamos en una situación más favorable que en 2010. No obstante, si nos interesamos por la carta astral de esa mediática fecha del 21 de Diciembre de 2012 veremos un aspecto tenso de cuadratura entre Urano y Plutón (relacionado con cambios bruscos e intensos) que estará activo hasta el 2015. Igualmente destaca una configuración (denominada Yod) que involucra a Saturno-Plutón-Júpiter siendo éste último el planeta llamado focal. Esta configuración señala una presión subliminal por parte de Saturno y Plutón hacia lo significado por Júpiter, quien tiene la difícil tarea de conjugar principios de conservación y de transformación al mismo tiempo, y de realizar ajustes regenerativos con respecto a valores filosóficos, religiosos y espirituales, que son atributos jupiterianos. Encontrar el compromiso de esta síntesis no parece fácil, aunque lo señalado por esta configuración no parece estar demasiado lejos de los reajustes que según las profecías mayas deberíamos hacer si queremos dar un salto cualitativo, en lo que a nuestra conciencia se refiere.