Momento de crisis profunda. Cambian las reglas de juego que durante algún tiempo fueron la cómoda almohada en la que nos apoyábamos. De pronto, un día, el cataclismo. Nuestra pareja se resquebraja inexorablemente. Se produce un caos económico en el país en el que vivimos. Nos quedamos sin trabajo, ocurre algo que modifica profundamente nuestra vida cotidiana… ¿cómo sobrevivir?
En momentos de caos sentimos que se desintegra el centro de nuestra vida, lo que nos sustentaba. Sabíamos cómo desenvolvernos, qué esperar y qué era poco factible que sucediera. Pero el confort que nos rodeaba desaparece súbitamente. Tenemos la impresión de que la inseguridad y la incertidumbre no son buenas consejeras (¿tendrá algún asidero esta idea?). En realidad, nos resultaba fácil saber a qué atenernos, aunque algunos resultados que lográbamos distaban bastante de lo deseado..
Estás en un momento de cambios, que tal vez no buscaste conscientemente. La vida te enfrenta a esta situación, y es necesario hacer algo, ponernos en movimiento, aunque la depresión y la tristeza, mezcladas con una pizca de miedo, suelen dejarnos inmóviles, sin saber a ciencia cierta qué actitud tomar. Esa sensación de no saber dónde estamos parados provoca una angustia incontenible. ¡Ha llegado el momento de actuar! ¡Por fin!
El primer paso de una conducta sana es siempre la aceptación. Es esencial contar con lo que tenemos aquí y ahora. De nada sirve pensar en glorias pasadas o en situaciones que no fueron y pudieron ser distintas, y ya no serán. Este pensamiento de huida del momento actual trae aparejado un vacío energético en el presente y un desplazamiento de nuestro eje, lo que puede producir síntomas físicos que derivarían en enfermedades de distinto tenor.
Las situaciones de crisis y de caos son las que sacan lo mejor de nosotros mismos. Si no existieran, no accederíamos a nuestro máximo potencial interior. Somos seres plenos de oportunidades, de valores personales, y contamos con herramientas idóneas para modificar lo que queremos desterrar de nuestras vidas, luego de haber aceptado que ése es nuestro presente. Tal vez hoy no veas con claridad estas oportunidades, o dudes con respecto a qué hacer o decir, exactamente. Este estado es sólo temporal y comenzará a disiparse apenas te pongas en movimiento para dejarlo atrás.
Piensa primeramente que en el pasado todos hemos ya experimentado desconcierto y dudas en distintas ocasiones, y nos costaba ver cómo se iban a resolver los inconvenientes. Pues bien, las realidades difíciles pasan y se encauzan de algún modo. Hoy, mirando hacia atrás, te puedes dar cuenta de que, para todo problema, hay una solución, aunque en el mero instante en que ocurrió el hecho, la resolución parecía tan lejana como lo parece ahora que te enfrentas a un nuevo desafío.
Podemos prepararnos para salir airosos de la situación que nos perturba. Sitúate aquí y ahora, en el presente, aunque esto no parezca una actitud sencilla: cualquier otra opción es un placebo momentáneo con resultados tanto inciertos como poco recomendables. Describe en detalle su situación actual, esto servirá para ubicarte con exactitud en el lugar en el que te encuentras en estos momentos y que te permitirá tomar decisiones en forma realista para lograr resultados tangibles.
Tal vez el panorama se vea oscuro. Ya se aclarará y se teñirá de colores a su debido tiempo. Piensa de manera bien específica qué quieres en tu futuro. Imagínalo en detalle con voces, texturas, colores, sonidos, tamaños, formas, olores y hasta sabores si aparecen. Es probable que la sola idea de esta imagen llegue a pintar una sonrisa en tu cara.
Piensa por un instante que ese futuro es tu presente, ¿cómo es? Descríbelo al más mínimo detalle. Siéntete dentro de esa realidad que imaginaste, y disfruta la sensación agradable de cómo se ve. Qué te dices. Quiénes te rodean. Qué cambios se han producido en ti y en tu entorno. Respira hondo y deléitate con la imagen de lo nuevo que está por producirse.
Desde esta posición bien relajada, piensa en la situación original de caos e incertidumbre que dio origen a estos cambios. ¿Cómo llegaste desde esa situación a este futuro más tranquilo y con nuevas posibilidades? ¿Cuáles fueron los pasos que te han llevado de una realidad a la otra? Toda respuesta que aparezca es completamente válida, ya sea una palabra, un nombre, una imagen, una sensación. Aunque parezca no encajar demasiado en estas circunstancias. Tu propia voluntad de mejorar tu realidad ya tendió el camino para llegar a una realidad más placentera.
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