Decididamente, algunas veces parecería que ciertas personas no pueden resistir meterse en problemas.
Todos sabemos qué nos conviene hacer y qué no o dónde está el límite para seguir avanzando o para detenernos. A pesar de entender y de discernir claramente la diferencia entre las dos actitudes, tendemos a meter la mano en la boca del tigre, diciendo “está todo bien” o mirando con malos ojos a quien intenta persuadirnos de lo contrario. Tratamos no detenernos a pensar ni siquiera un instante, porque nos daríamos cuenta de que el resultado se presenta como seguramente desfavorable para nosotros.
Creo que hay un momento (ya sea unos segundos o más tiempo) en el que podemos llegar a meditar si lo que estamos por hacer nos conviene (a nosotros y a nuestra familia / allegados / gente involucrada), si vale la pena correr el riesgo, si lo que buscamos es solamente la adrenalina que nos provoca hacer algo “prohibido” o si tenemos cierta tendencia a adoptar el rol de todopoderosos y suponemos o sentimos la certeza de que, como podemos controlar todo, esto no se nos irá de las manos…
. Por eso, si te das cuenta de que sientes una gran tentación de hacer algo que no sería aconsejable, como por ejemplo:
. Tratar de tener un acercamiento con una persona “prohibida” (por su edad, por su relación con gente conocida, porque está casada, por su puesto, etc.)
. Probar alguna sustancia porque tus amigos lo hacen
. Mentir, ocultar, no ir de frente y con la verdad
. Cometer algún acto ilícito menor (o mayor), total “todos lo hacen”, “no va a pasar nada”, “una sola vez y listo”
Lo más inteligente que puedes hacer es una pausa: detenerte y meditarlo muy pero muy bien. Permanecer inmóvil, respirar hondo y ver las cosas desde otro punto de vista suele aclarar el panorama. Busca ayuda (familiar, profesional, incluso una oreja amiga para que te escuche). No eres más listo ni pruebas tu inteligencia haciendo algo que tiene altísimas probabilidades de volverse en tu contra, sino todo lo contrario: estarás dando un paso seguro hacia problemas.
Si lo que buscas es esa “adrenalina” que provoca lo prohibido, puede generarse mediante muchas otras actividades, deportes de alto riesgo, por ejemplo, sin necesidad de tomar acciones que pueden volverse en tu contra de nosotros de manera rotunda (y cuyos efectos pueden durar demasiado tiempo y privarte de disfrutar de la vida al 100 por ciento).
Si sientes que la gente que frecuentas está “en otra”, siempre puedes cambiar el círculo en el que te mueves: estar rodeado de pares con intereses afines y que te ayudan a superar tus puntos débiles llena el alma y la vida de alegría y de esperanza.
Si otros seres tratan de arrastrarte, puedes decir que NO y poner un límite claro: eres dueño de tu persona y de tus acciones. Ten en cuenta que todo lo que haces tiene sus consecuencias y, por ende, lo que decides no hacer o dejar de hacer, también. Nada ni nadie es totalmente irresistible ni puede doblar tu voluntad si tú no quieres: la buena vida, en paz, está tan al alcance de tu mano que puedes comenzar a disfrutarla ya mismo: está a solo una decisión de distancia.
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