El amor no hay que buscarlo sino encontrarlo y sólo encontrarán el amor verdadero cuando se conviertan en alguien con los mismos atributos que desean en el otro, o sea en alguien digno de querer, afable, agradable, bueno, honesto, estable, franco y confiable.
Amar y ser amado es la mayor preocupación a cualquier edad, pero en la juventud este dilema provoca mayor desazón y muchas dudas.
Cómo enfrentar al otro sexo, cómo saber si la persona que les agrada los hará felices o si les romperá el corazón, si será fiel y sincero, si será estable y responsable, o si solo tiene la intención de usarlos para después descartarlos y luego desaparecer.
Todos tenemos un sexto sentido que nos sirve para intuir cómo es la gente que tenemos oportunidad de conocer; pero si alguien nos atrae sexualmente es probable que ese sentido quede neutralizado y no acceda a la conciencia; porque el enamoramiento barre con la capacidad de reflexionar, de razonar y de ver más allá de lo material y concreto.
Sin embargo, muchas veces los jóvenes no saben, que lo más importante no es el otro, sino uno mismo, la propia autoestima y la firme creencia de ser digno de ser amado.
La personalidad consiste en una cadena de creencias; creemos que somos lo que creemos que los demás creen que somos, pero afortunadamente no es sólo eso sino que es mucho más, porque cada persona es única y distinta y en permanente cambio y crecimiento.
Si observamos a las personas que tienen éxito en el amor podremos comprobar que generalmente tienen algunos de los siguientes atributos: son seguras de si mismas, no se desesperan por su eventual pareja, poseen intereses personales que los apasionan, saben cuidarse a si mismas, han aprendido a relacionarse con eficacia, no tienen miedo de hacer el ridículo ni a fracasar, son capaces de reírse de sí mismas, se sienten libres de ser ellas mismas y de disfrutar de la vida, no se aferran a sus afectos, respetan a los demás y se hacen respetar.
El éxito en el amor se obtiene cuando se está dispuesto a renunciar a él cuando es necesario, porque hay que aprender a amarse y respetarse a uno mismo.
El que es exitoso en el amor, no concibe que alguien pueda dejar de quererlo, porque en general tiene empatía y todos lo quieren, sabe quien es él y cómo es y está orgulloso y seguro de si mismo. No necesita ser perfecto ni parecerse a los demás, está dotado naturalmente de la cualidad de llevarse bien con los demás, sin ser dominante ni condescendiente y sobresale por ser diferente.
Este tipo de persona, con la misma necesidad de encuentro, que desea amar y que lo amen; suele frecuentar lugares dignos de ella, no siendo frecuente encontrarla en la calle o en tugurios de dudosa reputación.
El lugar del encuentro es clave, porque esa elección común de ambos, de dónde estar y con quién, y la forma en que les agrada divertirse es el primer índice de afinidad mutua que puede tener significado.
Para encontrar el amor es necesario aprender a enamorarse no sólo con el corazón sino también con la razón; evitando alienarse en el otro o vincularse con personas manipuladores, para poder mantener íntegros la propia identidad y el poder de decisión.
Todas las personas deben aspirar a relacionarse afectivamente con quienes sienten que tienen afinidad en los principales aspectos, modos de vida que no difieran demasiado y niveles de educación que no dificulten el buen entendimiento; y además, elegir con la suficiente madurez a alguien que en el presente esté totalmente libre de compromisos, que no los intente entretener con falsas promesas, y evitar la tentación de creer en vanos magnetismos que finalmente terminan teniendo un alto costo, la propia autoestima y la infelicidad.
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