La felicidad no depende de lo que pasa a nuestro alrededor sino de lo que pasa dentro de nosotros.
La felicidad se mide por el espíritu con el cuál nos enfrentamos a los problemas de la vida.
La felicidad es un asunto de valentía, es tan fácil sentirse deprimido y desesperado… solos los valientes se proponen ser felices.
La felicidad es una decisión; no somos felices en tanto no decidamos serlo.
La felicidad no consiste en hacer siempre lo que queremos, pero sí en querer todo lo que hacemos.
La felicidad nace de nuestro corazón y en nuestro trabajo, y de hacerlo con alegría y entusiasmo.
La felicidad no tiene recetas, cada quien la cocina con el sazón de su propia meditación.
La felicidad no es una posada en el camino sino una forma de caminar por la vida.
Los sufrimientos nos pulen el alma, mientras que las alegrías le dan brillo.
Comprende que las cosas que pasan te dejan una lección, apréndela y sigue tu camino. Comprende que es posible que tú seas muy feliz y que tu vida puede alcanzar su plenitud. Si te decides a caminar rumbo a tu felicidad, con perseverancia, conseguirás llegar a donde te propongas.
Confía en ti, en nadie más que en ti, nadie llegará a ayudarte, nadie vendrá y te señalará el camino, depende de ti, confía en las muchas cualidades que tienes dentro de ti mismo. Ánimo y disfruta cada instante de tu vida, o al menos inténtalo, tarde o temprano te acostumbrarás a disfrutar.
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