Constantemente, desde que nacemos, despertamos y vivimos nuestras vidas diarias, nos enfrentamos en muchos casos sin darnos cuenta, a un auténtico bombardeo de sonidos, músicas, ruidos, susurros.... ¿pero donde está el sonido del silencio?
¿Se puede escuchar? ¿como es el sonido de nuestro interior?
Si, y en gran medida depende de nuestro estado interior, y de como queramos reconocer todos esos sonidos que nos invaden.
Siempre hay más facilidad para escuchar el silencio, en sitios de calma, de relax que en otros.
Quizás no sean silencios en muchos casos, pero si son sonidos de la existencia y de la vida.
Los sonidos que en muchos casos a veces deseamos, o añoramos por la tranquilidad mental y espiritual que nos transmiten.
El susurro de las hojas de un árbol, agitadas por el viento, el susurro del agua que fluye por el arroyo, o el susurro de la mar.... nuestra gran madre, la de la vida, la de los seres vivos de este hermoso y frágil planeta.
A veces nos apetece escuchar un tipo de música según nuestro estado de ánimo, de vibración, es algo normal, querer fluir al mismo ritmo que el sonido, en parte la música hace como el agua del rió cuando lleva esa hoja flotando en si, esquivando y pasando por las zonas dejándose llevar.
Nos ocurre lo mismo. La música nos hace llevar y sentir.
La percepción de esta puede ser aún mucho mayor, si intentamos sentir cada nota de música en todo nuestro cuerpo, en cada una de nuestras células.
Es como si los propios átomos que forman la materia (cuerpo físico y energético) entraran en sintonía y bailaran al son de esta.
Es una sensación extraordinaria, y si además intentamos probar a dejar expresar nuestro cuerpo lo que siente a través de la música con posturas o posiciones, gestos, etc, será aún mucho mejor.
aprendamos a escuchar, el sonido....
aprendamos a escucharnos a nosotros mismos...
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