Hay momentos en la vida en que uno se siente abrumado y cargado por las circunstancias, agobiado por los problemas. Hay personas que se sienten así todo el tiempo, aun cuando las cosas no van tan mal, se preguntan: “¿Seré capaz de hacerle frente a esto en el futuro”, por lo que nunca tienen una paz verdadera, siempre está acechando una sombra de preocupación por lo que pueda ser.
Para lidiar con esta sensación de sobrecarga, el pastor Frederick Bailes escribió una oración metafísica que ha ayudado a muchos. Esta oración tiene un enfoque terapéutico, ya que la sensación de agobio tiene efectos en la salud del cuerpo, produce padecimientos como artritis, problemas de circulación, sordera, paruresis, estreñimiento, etc. Si sanamos nuestros pensamientos sanaremos nuestro cuerpo. Además esta oración sirve para curar la “mala suerte” que no es más que la materialización de nuestra creencias erróneas. Esta es la oración:
Yo sé que mi cuerpo fue creado como un instrumento perfecto para toda la adecuación de Dios. Todos los músculos y nervios del cuerpo lo saben. Está en su naturaleza el realizar fielmente todas las funciones con facilidad y competencia.
Dios infinito no ha visto nunca nada que pudiera resistir su movimiento. Nunca ha tenido el menor escrúpulo respecto a su habilidad para soportar la carga de todo el universo. Todas las estrellas y los planetas son manejados con facilidad y sin esfuerzo en su marcha por el espacio. A pesar de ser vertiginosamente pesados, son como motas de algodón en sus poderosas manos.
Su mente es mi mente, sus cualidades son mías. Su aplicación sin esfuerzo a las cargas más pesadas es también mía. Él es mi fuerza porque Él piensa a través de mis pensamientos. No es posible que nada me pese o me hunda, porque entonces estaría sobrecargando al Padre en los cielos. Esto no es posible.
Me enfrento al momento más negro de mi vida con su valentía. No hay nada en mí deseo de encogerme o huir de la carga que tengo que llevar. Aun la prueba más pesada no podría sobrecogerme, porque el Padre, que está en mí, hace el trabajo.
Me permito descansar en la quietud de Dios en mí, porque Él en mí es más grande que cualquier cosa en el mundo exterior. Todas las células de mi cuerpo dan su asentimiento a esta oración, y responden a la nueva corriente de energía espiritual que viene directa del Padre.