Ningún regalo podría llenarte el corazón de tantas bendiciones como mereces. Por eso esta Navidad te ofrezco una oración: pido a Aquel que nos conoce a todos que te dé lo mejor de lo mejor. Como Él tiene un corazón de oro y sabe todo lo que necesitamos, desea darnos muchos tesoros espirituales.
En primer lugar, ruego por que tengas felicidad; no una felicidad motivada por algún acontecimiento o por una adquisición muy anhelada, sino una dicha profunda y constante que no dependa de que pase algo fuera de lo normal. La Biblia la llama “gozo”, y esa es mi oración por ti: que tengas un gozo que perdure aun cuando las circunstancias no sean las ideales.
Seguidamente, pido que tengas paz interior. No pienses: “¡Qué aburrido!”, porque no me refiero a una vida monótona, una sensación de vacío o una ausencia de actividad y estímulo. Quiero que tengas la tranquilidad de que todo está en manos de Dios y de que Él no va a permitir que te ocurra nada que entre los dos no puedan solucionar. Esa certeza te permitirá mantener la serenidad aun cuando estés trabajando arduamente o bajo presión. Se trata de una paz profunda que sólo puede proceder de nuestro Creador.
Mi oración estaría incompleta si no pidiera que no te falte fe. Hay quienes piensan que tener fe es cegarse a la realidad, pecar de optimismo y negarse a encarar los hechos. Pero la auténtica fe, la que yo te deseo, se basa en tres magnificas realidades: Dios, Su amor y Sus promesas. Por ella sabrás que Dios solo quiere lo mejor para ti y que tiene poder para materializarlo. Puedes adquirir esa clase de fe leyendo Su Palabra y descubriendo en tu corazón la seguridad de que es cierta. Esa es la fe que mueve montañas.
Pido a Dios que te ilumine, para que observes la vida que te rodea y luego alces la vista al Cielo y halles allí las soluciones, las explicaciones y la orientación que necesitas; que te dé prudencia, paciencia y fe en los demás, y te guíe en los momentos difíciles.
Por último, ruego que haya amor en tu vida: amor intenso, amor desbordante, amor paciente, amor prudente, amor tierno, amor divertido, amor emocionante, amor decidido, amor constante, amor fuerte, amor alentador, el amor de Dios en sus mil y un aspectos fascinantes.
Dios vino al mundo como un recién nacido precisamente por eso: para darnos felicidad, paz, fe, soluciones y, lo más importante de todo, amor.
Así pues, mi plegaria es que esta Navidad experimentes todo esto en mayor medida que nunca. Que des cabida en tu vida a ese Niño y Su mensaje, que recibas en tu corazón a Jesús, creas Sus promesas y descubras todas las maravillas que te tiene reservadas.
Pido todo eso para ti porque sé que Jesús quiere dártelo de todos modos, pues Él te ama, y yo también.
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