Oraciones mágicas para pedir

A todos alguna vez en nuestras vidas nos toca sufrir, y todos y cada uno de nosotros en el fondo de nuestros corazones sabemos confiar, siendo una parte de nuestra naturaleza las plegarias y oraciones mágicas pueden servir para quedar libre de esos peligros que nos asechan, de esta manera se puede recuperar esa serenidad tan necesaria para el desarrollo personal. De esta manera se puede alcanzar la misericordia divina, se puede pedir a Dios este pedido salvador que vamos a compartir a continuación.

Cuando la vida nos pone a prueba, una realidad que suele suceder con mucha frecuencia, puede suceder que debemos pasar por situaciones que nos causan profundo dolor, esto a veces se suele confundir con negatividad y debemos de recordar que el dolor es una de las sensaciones más fuertes que también sirve para recordarnos que estamos vivos. Son esos momentos en los que nos sentimos solos y hasta podemos llegar a creer que nos quieren perjudicar. Es posible que el miedo a que nos hagan daño tenga su fundamento y debamos pedir auxilio divino para enfrentarnos al mal, una realidad que se encuentra muy cerca día a día.

En estas circunstancias, poner la vida en manos de Dios, sentir que El nos brinda todo su apoyo y que podemos entregarnos con confianza a su benevolencia, es una vía segura para hallar quietud, enfrentar con entereza a los enemigos y sentir que la calma nos inunda.

Tome con su mano izquierda una vela violeta, símbolo de la espibia finalidad y la maestría. Enciéndala y colóquela frente a una ventana desde la que pueda contemplar el cielo. Sus ojos podrán posarse en ese espacio infinito, máxima expresión de la creación. Poco a poco se irá apaciguando y sentirá la cercanía Dios. Luego, enuncie en voz alta esta oración:

A ti, Señor, me confío, sé que no quedaré defraudado. ¡Sálvame, Señor por tu justicia, escúchame, ven pronto a librarme! Ven a sacarme del lazo que me echaron porque Tú eres mi defensa; yo pongo mi vida en tus manos, Tú que eres fiel me librarás, la piedad de mí, porque estoy afligido, la tristeza consume mis ojos, mi alma y mi cuerpo. Llega a mis oídos la amenaza de la gente y todo me da miedo. Líbrame de quienes me persiguen;
en tus manos está mi destino. ¡Señor, qué grande es la bondad que tienes reservada a tus fieles! ¡Bendito seas por mostrarme tu gran misericordia!

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