La irrupción del correo electrónico ha hecho que muchas personas hayan abandonado el arte de escribir cartas (y por tanto de recibirlas). Hoy en día se considera un engorro tomar papel y empezar a grabatear con pluma o bolígrafo lo que dicta la inspiración. Por si fuera poco, hay que buscar un sobre, escribir la dirección, comprar sellos y encontrar un buzón. ¡Que gran pérdida de tiempo! Y sin embargo, éste es un ritual lleno de belleza. Al recibir una carta, nos llegan mucho más que palabras. El sobre y el papel hablan de la persona: tienen una determinada textura y color, tal vez incluso un poco de su perfume. La escritura revela el estadode ánimo de su autor , y puede ir acompañada de dibujos o de una hoja de otoño. Quizá cayó en regazo de la persona y le hizo pensar en ti. La más simple de las cartas tiene algo de reflexión y poesía. Es a la vez mensaje y mensajero. Ha recorrido un largo viaje hasta llegara tus manos y tiene mucho que contar.
Siéntate en un café o en el salón de tu casa y escribe a alguien de quien hace mucho tiempo que no tienes noticias. Explícale tu situación, tus proyectos para el futuro, o pregúntale su opinión sobre algo que te inquiete. Tus pensamientos emprenderán un suave vuelo.
No hay peso más agradable que el de una carta en el bolsillo.
Sugerencia: Si te gusta "fisgar" en la vida privada de grandes personajes, hay muchos libros que recogen la correspondencia de escritores, artistas y políticos. Entre las más conocidas están las de Van Gogh con su hermano (cartas a Theo) o las de Kafka.
Libro de Gottfried Kerstin