Un guerrero acepta la responsabilidad de sus actos, hasta el más trivial de sus actos. El hombre corriente actúa según sus pensamientos y nunca asume la responsabilidad por lo que hace.”
“Desde el momento en que nacemos la gente nos dice que el mundo es esto y aquello y de tal y cual manera; naturalmente, no tenemos otra opción más que aceptar que el mundo es de la forma en que la gente nos está diciendo que es.”
“La razón hace que los seres humanos olviden que la descripción del mundo es tan sólo una descripción, y antes de que se den cuenta, han atrapado la totalidad de sí mismos en un círculo vicioso del cual raramente escapan en toda su vida.”
“En tanto continuemos embotellados dentro de las normas podridas y rancias del intelecto, será algo más que imposible la experiencia de ESO que no es de la mente, de ESO que no es del tiempo, de ESO que es LO REAL.”
“Los seres humanos son perceptores, pero el mundo que perciben es una ilusión: una ilusión creada por la descripción que les contaron desde el momento mismo en que nacieron”.
“Así pues, el mundo que su razón quiere sostener es, en esencia, un mundo creado por una descripción que tiene reglas dogmáticas e inviolables, reglas que su razón aprende a aceptar y a defender.”
“El hombre corriente es consciente de todo, sólo cuando piensa que debería serlo; la condición de un guerrero, en cambio, es ser consciente de todo en todo momento.”
“El camino del guerrero ofrece al hombre una vida nueva y esa vida tiene que ser completamente nueva. No puede uno llevar a esa nueva vida sus viejas y malas costumbres”
“Una de las cosas más dramáticas de la condición humana es la macabra conexión que existe entre la estupidez y la imagen de sí. Es la estupidez lo que obliga al hombre corriente a descartar cualquier cosa que no se ajuste a las expectativas de la imagen de sí mismo. El hecho de ser hombres corrientes, por ejemplo, hace que seamos ciegos a una parte de conocimiento”
“El hombre racional, al aferrarse tercamente a la imagen de sí mismo, se garantiza una ignorancia abismal. Ignora el hecho de que el chamanismo no es cuestión de encantamientos y abracadabras, sino que es la libertad de percibir no sólo el mundo que se da por sentado, sino todo lo que es humanamente posible lograr. Tiembla ante la posibilidad de ser libre”.
“No es que un guerrero aprenda chamanismo con el paso del tiempo; lo que aprende con el paso del tiempo, es más bien, a ahorrar energía. Esa energía le permitirá manejar algunos de los campos de energía que normalmente le son inaccesibles. El chamanismo es un estado de conciencia, es la facultad de utilizar campos de energía que no se emplean para percibir el mundo cotidiano que conocemos”.
“No es por codicia que los guerreros se aventuran en lo desconocido. La codicia sólo es eficaz en el mundo de los asuntos cotidianos. Para aventurarse en esa aterradora soledad de lo desconocido se necesita mucho más que codicia: se necesita Amor. Hay que tener amor a la vida, a la intriga, al misterio. Hay que tener una curiosidad insaciable y una montaña de agallas.”
Parar el mundo es el primer paso. Sucede cuando uno empieza reconocer dentro de sí todo lo que hemos estado hablando hasta ahora y se da cuenta de cual es su verdadero estado.
Para parar el mundo, se necesita sentir el anhelo de llevar a cabo un cambio interno radical. Acabar con la descripción que tenemos del mundo, y aprender a ver esa “Realidad” que nos hace actuar.
Es por lo tanto una resolución interior, un acto consciente, un compromiso que cada uno adopta consigo mismo. Y obviamente conlleva una responsabilidad. No aceptarla supone, de hecho, continuar en la descripción que ya tenemos, auto engañarse y seguir viviendo en ese “mundo conocido”, en el camino frecuentado, siendo una oveja más del gran rebaño de la vida mecánica.
Parar nuestro mundo pasa irremediablemente por conocerlo. Por más que nos cuenten, uno solo puede encontrar las respuestas dentro de sí mismo. Por eso el camino del conocimiento es en verdad un camino de Auto-conocimiento.
Para poder cambiar, es necesario iniciar un trabajo de estudio de uno mismo, reflexión y meditación acerca de nuestros actos, reacciones, pensamientos, emociones, etc. Es decir que hay que convertirse en nuestros propios psicólogos, hasta llegar a comprendernos en lo más hondo.
Existe un mundo maravilloso infinitamente más amplio al que conocemos ahora y está aquí, ante nuestras narices, pero no podemos verlo, porque para empezar, damos por sentado que no existe.
A medida que vayamos despertando podremos acceder a un mundo nuevo, pero para poder percibirlo es necesario, abrir la mente. Limpiarla de tantos conceptos preestablecidos y estructuras rígidas. Hay que “poner vino nuevo en odre nuevo”, como dijo Jesús el Cristo, cuando se refería precisamente, a que es necesaria una mente nueva para poder acoger a lo nuevo.
El camino del Conocimiento es todo nuevo, y le lleva a uno a vivir experiencias nuevas que nada tienen que ver con la descripción previa que tenemos de todo.
No pueden compararse con los registros que tenemos archivados en la memoria del intelecto, por lo tanto, debemos ir resquebrajando el “programa” para tener la posibilidad de percibir limpiamente lo nuevo.
Para empezar a despertar, se requiere de un acto de voluntad consciente. Cuando uno se da cuenta de que está dormido, empieza de hecho a despertar. Implica también un acto de humildad y sinceridad con uno mismo, porque a veces, uno descubre que no es como pensaba.
El siguiente paso, es aprender a dividir nuestra atención. Hasta ahora, prácticamente siempre, la tenemos enfocada hacia fuera. Tenemos un gran vació dentro, porque estamos muy alejados de nuestro Ser interior. De manera que nuestra atención está siempre hacia el exterior, tratando de llenar ese vacío.
A todos nos ha pasado alguna vez, cuando estamos un poco deprimidos y salimos a comprarnos esto y aquello, que no necesitamos realmente, pero que nos hace ilusión.
En el fondo lo que hacemos, es tratar de tapar un vacío que está dentro de nosotros, llenándonos de cosas materiales, que nos generan sensaciones y satisfacciones.
Pero a la larga el vacío vuelve a salir; llega un día en que uno ya ha cumplido con todos sus “sueños”, ya tiene todo lo que le dijeron que le traería la felicidad, y sin embargo siente que le falta algo.
La sociedad actual, ya sabe lo que hace. Nos está bombardeando continuamente con miles de estímulos externos, para atrapar nuestra atención y mantenerla afuera. Nos crea un montón de necesidades; nos dice que seremos felices si tenemos nuestra propia casa, ese coche, esa ropa, ese tipo de vida, etc., y muchos caemos hipotecando nuestra vida con tal de alcanzar ese nivel.
De esta manera el sistema puede controlar y manipular a todos los humanos como máquinas. Ya existen miles de leyes y normativas que nos rigen y nos dicen lo que tenemos que pensar, cómo tenemos que actuar, y que no es necesario que pensemos y decidamos por nosotros mismos.
Esto quizá parece exagerado, pero cuando uno reflexiona se da cuenta de que aun nos quedamos cortos.
Siempre estamos con la atención hacia afuera, gastando gran cantidad de energía.
Por eso, es muy importante aprender a dividir la atención, entre dentro y fuera.
Debemos empezar a acordarnos de nosotros mismos; a prestar atención a nuestro mundo interior de manera consciente, es decir hacernos conscientes de quienes somos, dónde estamos, cómo estamos, qué pensamos, qué sentimos, qué hacemos y el porqué, en cada momento. Hacer esto es un acto de poder.
Es necesario que dejemos aflorar a nuestra conciencia, que le demos algo de protagonismo y que iniciemos una verdadera relación de amistad con nosotros mismos.
Debemos convertirnos en nuestros mejores amigos y aliados, pero no de nuestro Ego y sus deseos y ambiciones, sino de nuestra conciencia que está atrapada en todo eso.
Así, de esta manera, a medida que vayamos estableciendo dentro de nosotros lo que se conoce como “Recuerdo de sí”, se irán construyendo los cimientos de un centro de gravedad en nuestro interior.
Mientras no lo hagamos, ese centro estará fuera de nosotros y en cada una de las cosas que poseemos y a las que estamos apegados e identificados, sean materiales o no.
Conocí una vez a un tipo, que estaba tan identificado con su coche, que éste había pasado a ser un apéndice de él, era casi como una prolongación de sí mismo. Si se lo rayaban, le dolía casi más que si lo hacían a su propio cuerpo. El coche le llenaba; con él obtenía el reconocimiento de los demás, eso le daba seguridad y equilibrio, le hacía “ser” algo.
Con esto queremos hacer entender que, mientras tengamos nuestro centro de gravedad en el exterior, en realidad somos muy frágiles, porque nuestros puntos de apoyo están afuera, en cada una de las cosas en las cuales estamos apegados e identificados. Y si a alguno de ellos le ocurre algo o desaparece, perdemos el equilibrio interno y podemos sufrir verdaderos trastornos.
En cambio cuando uno consigue establecer su centro de gravedad en el interior, nada de lo que ocurra fuera puede derrumbarle. Ya puede caer el mundo, que el guerrero se mantendrá impasible, sereno y perfectamente equilibrado.
Parar el mundo consiste básicamente en darse cuenta de que estamos dormidos, y lo mágico es que cuando uno se da cuenta, despierta y se pone en actividad su conciencia. Luego habrá que profundizar en ese estado, mediante el “recuerdo de sí”, la auto-observación y estableciendo ese centro de gravedad consciente dentro de nosotros.
Eso nos llevará en un primer término a ahorrar grandes cantidades de energía, que es lo que nos permitirá llevar a cabo la revolución interior: eliminar el Ego y despertar en su totalidad la Conciencia.
carlos castaneda