Conviene que nuestra pareja sepa qué nos gusta, qué y cómo lo queremos. Hemos de mantener informada a nuestra pareja del momento que vivimos, porque no siempre sentimos, ni queremos, ni vivimos lo mismo: nuestra vida es una sucesión de etapas, y cada una de ellas tiene sus peculiaridades propias. Somos, afortunadamente muy distintos, pero también compartimos cosas. A todos nos gusta que nos respeten, que nos quieran, que cuenten con nuestra opinión, que nos valoren como personas en toda nuestra dimensión: como trabajadores, como hijos, como padres, como amantes, como amigos, como interlocutores.
El cuerpo es un gran comunicador y hemos de dejarle expresarse. Si queremos mantener un diálogo fluido con nuestra pareja, las relaciones corporales (no exclusivamente las sexuales, sino también las caricias, los besos, los abrazos) han de ser cotidianas y satisfactorias para ambos. Adaptémoslas a cada momento, circunstancia y etapa de nuestra vida. Que formen parte de ésta porque ayudan a garantizar que la calidez, la ilusión y la búsqueda del disfrute forman parte de nuestro código.
"Se hace camino al andar" decía la canción. La pareja se hace cuando cada día sentimos que vamos juntos en el mismo camino, comunicándonos desde el cuerpo y la palabra y compartiéndonos de forma incondicional. Establezcamos nuestro código propio, basado en la comunicación, la confianza, el respeto, la ternura y el placer.