Una de las mayores metas que puede proponerse una persona es aprender a decir no. No a una petición o favor del otro por muy cercano que sea. La clave está en saber que cuando decimos que no simplemente estamos rechazando una idea pero no es un rechazo directo hacia otra persona en concreto a la que queremos igual que antes. De tal forma, no tiene sentido el chantaje emocional ya que cuando alguien nos formula una petición debe asumir anteriormente que su petición sólo puede tener una respuesta: sí o no.
En otras ocasiones, también puedes aprender a alcanzar acuerdos con el prójimo que son fundamentales, por ejemplo, para el trabajo en equipo.
En cualquier caso, lo cierto es que nunca deberías realizar nada que te haga sentir mal, que crees que va en contra de tus principios o que, sencillamente, sientes que una voz interna te repite continuamente que no lo hagas. No estás obligado a agradar continuamente a los demás sino a ti mismo.
Nadie nos va a querer más simplemente porque siempre digamos que sí a sus propuestas. Muy al contrario, esa persona puede terminar utilizándonos como una marioneta y dándonos un valor de objetos que sirven para algo. Por el contrario, aquel que nos quiere de verdad comprenderá nuestras decisiones aunque quizás necesite un poco de tiempo para hacerlo. Pero no sólo nos respetará sino que además reforzará nuestro propio modo de ser. Aquel que te quiere de verdad te ayuda a ser más tú todavía pero no te pide que finjas ni te pone condiciones.
Rodéate de los consejos de los demás, de aquellos que te quieren, ten en cuenta su punto de vista pero piensa que en última instancia la decisión siempre es tuya. Confía en ti mismo y en tu equipo cuando formes parte de un grupo que se mueve por la misma finalidad.