¿Por qué se hacen presentes las materias pendientes del pasado?
Porque no nos gusta ni aceptamos nuestra vida tal y como es.
Perseguimos la ilusión de un ‘mundo perfecto’ y consideramos que lo que hicimos o dejamos de hacer es la clave de nuestro infortunio.
Nos comparamos con lo que otros hacen y tienen y en esta competición nos arrepentimos de decisiones que tomamos hace mucho.
Nos sentimos culpables por haber fallado a alguien o en algo --- aunque ese ‘alguien’ seamos nosotros mismos.
Pensamos que dejamos escapar oportunidades especiales.
Juzgamos que no supimos, por incapacidad o por miedo, abordar algún problema al que había que dar respuesta.
Suponemos que huimos por cobardía de algo que dejamos sin resolver.
Lamentamos que fuimos irresponsables y que no hicimos lo que debíamos por falta de interés, coraje y disciplina.
Percibimos que nos falló la oportunidad o las condiciones que deberíamos haber tenido para poder hacer tal o cual cuestión.
Vivimos añorando poder reeditar nuestras vidas y rehacer nuestros destinos.
Como se ve, en las asignaturas pendientes se mezclan sentimientos dolorosos, como la insatisfacción, la incapacidad personal, la falta de confianza, la irresponsabilidad, la exigencia perfeccionista, el victimismo, el miedo y la culpa.
Se sostienen porque se parte de la falsa creencia de que cometer errores corresponde a no valer. Las equivocaciones del pasado se toman, entonces, como fracasos personales y no como parte fundamental de todo aprendizaje, olvidando que sirven para percibir lo que no nos conviene o que nos hace mal.
Usarlas para maltratarnos y castigarnos, además de despojarlas de su utilidad, nos lleva a recaer en otro nuevo error: castigarnos, o a ignorar los enemigos que nos son adversos.
Al mismo tiempo, dependiendo de nuestro momento actual y de cuál sea nuestra tarea pendiente quizá podamos reparar aquello que pensamos que hicimos equivocadamente, acometer lo que no hicimos, aclarar malentendidos, decir lo que no dijimos, pedir perdón o dar las gracias. Pero es importante hacerlo desde la idea de que nos va a procurar mayor felicidad y ahora es posible porque se ha aprendido del error y de la experiencia. Hacerlo para llenar huecos y negar lo que fue es no vivir el presente.