De un tiempo a esta parte vienen realizándose diversos estudios neurológicos sobre los efectos de la meditación sobre el cerebro. Los resultados muestran que si bien la meditación no cura, sí es cierto que su práctica tiene un papel importante a la hora de reducir la respuesta negativa ante situaciones estresantes que, finalmente, se traducen en una mejora física.
Pero, ¿podemos fortalecer los circuitos del cerebro asociados a la felicidad y a los pensamientos positivos tal y como fortalecemos los músculos con el ejercicio?
Richard Davidson, profesor de psicología y psiquiatría de la Universidad de Wisconsin, asegura que sí.
Richardson se ha convertido en el precursor de un campo relativamente nuevo llamado neurociencia contemplativa. En su investigación sobre los cambios en los circuitos del cerebro involucrados en el procesamiento de las emociones ha utilizado técnicas de diagnóstico por imagen, y ha conseguido introducirse en el cerebro de más de media docena de monjes tibetanos que hace entre 15 y 40 años que meditan ocho horas diarias. El investigador, que incluso cuenta con el apoyo del Dalai-lama, ha podido observar que la estructura y configuración del cerebro de estos auténticos “atletas cerebrales”, como él los llama, es diferente de las de aquellas personas que no meditan.
¿Y cuáles son las diferencias entre el cerebro de alguien que medita y el de alguien que no? Richardson se ha dado cuenta de que las personas que meditan durante más horas son más eficaces en tareas cognitivas, como atender, aprender o memorizar. Además, también ha observado cambios en los circuitos del cerebro involucrados en el procesamiento de las emociones: cuanto más tiempo se dedica a la meditación, más intensa es la actividad en la ínsula, una estructura del cerebro cuyo papel es clave en la representación y detección de las emociones.
Asimismo, Davidson y su equipo han observado cambios en el lóbulo prefrontal, responsable de la capacidad de empatía y de percibir el estado mental y emocional de quienes nos rodean, por lo que han llegado a la conclusión de que éstos monjes, que en total acumulan entre 10.000 y 40.000 horas de meditación, han modificado su cerebro para convertirse en personas más empáticas.
La meditación, pues, puede traducirse en emociones y los cambios en éstas y el estado de ánimo inciden sobre la salud de las personas.
Aquellos que se toman la vida de forma más positiva tienen menos posibilidades de caer enfermos o se recuperan más rápidamente.
Las emociones positivas generan sensación de alegría y nos fortalecen, hacen que liberemos dopamina, un neurotransmisor que genera sensaciones positivas que se traducen en bienestar general. Por otro lado, las emociones negativas nos debilitan.
Los investigadores creen que los buenos sentimientos se pueden entrenar, lo cual se traduce en una vida más plena y saludable.
Teresa G. Orive
En Positivo
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http://www.redesparalaciencia.com/wp-content/uploads/2010/04/entrev57.pdf http://being.publicradio.org/programs/2011/healthy-minds/transcript.shtmlhttp://www.enpositivo.com/meditar-tiene-efectos-positivos-sobre-la-salud