Las personas más felices rara vez son las más ricas, ni las más hermosas, ni siquiera las de más talento.
La felicidad de las personas no depende de las emociones y alegrías que vienen de impresiones superficiales: depende de saber disfrutar de las cosas fundamentales, con frecuencia muy sencillas, de la vida.
Las personas felices no malgastan el tiempo envidiando la buena fortuna de los demás; no suspiran por el pasado o por el porvenir. Saborean el momento presente, gozosos de vivir, disfrutando de su trabajo, de su familia, de las cosas buenas que les rodean…
Las personas felices son adaptables; saben plegarse a las circunstancias, ajustarse a los cambios de su época, gozar las lides de la vida; y se sienten en armonía con el mundo. Viven con la mirada puesta en lo exterior y son perspicaces, compasivas. Y poseen la facultad de amar.
Pero hay personas muy toxicas en nuestro entorno que no aceptan la felicidad ni para ellos ni para los demás; muchas veces es necesario alejarse de todo aquello y aquellos que se empeñan en que la felicidad no sea parte de nuestras vidas.
Aprender a vivir con lo que se tiene y no con lo que se carece nos ayudará a que nuestra felicidad siempre esté de nuestro lado; claro está que no todos los días son iguales, muchas veces en nuestro camino hay cosas que nos pueden doler mucho, nos encontrarnos con muchos problemas por resolver, problemas entre los nuestros que nos afectan, y muchos motivos más para que nuestro cielo se oscurezca un poco… Pero si somos de corazón grande y sabemos enfrentar todos los contratiempos nadie nos puede quitar la felicidad.
Muchas veces nos decimos nosotras mismas que la felicidad completa no existe, la felicidad se viven en aquellos pequeños trozos del tiempo en el cual nos sentimos enormemente dichosas con lo que hacemos y tenemos. Si en la vida, aun con todos sus contratiempos y dificultades, somos capaces de seguir siendo felices y dando, también recibiremos estas buenas vibras de aquellos que nos rodean.
Si somos capaces de disfrutar de las cosas pequeñas, como de un paseo, de mirar los arboles o del canto de un pajarito, nuestra vida será muy feliz porque estaremos dispuestas serlo. Ser feliz también es una actitud ante la vida.
Aprendamos a vivir con una sonrisa, despertemos cada día tratando de ser buenas personas, que nunca nos abandone el deseo de seguir sirviendo a los que nos rodean, seamos ejemplos para los nuestros que cuando nos recuerden digan que siempre teníamos una sonrisa en nuestra cara, que éramos positivas, que somos de un gran corazón capaz de entregar todo por el bien de los demás… una persona así, siempre dejará huellas positivas en las vidas de los demás.
Cuando pienso en la felicidad siempre recuerdo a un pequeño niño que estuvo viviendo un tiempo en nuestra casa, lo recuerdo siempre porque nunca he visto a un niño más feliz que él, recuerdo como por las mañanas siempre saludaba con una gran sonrisa, su contento por la vida nos hacía sentir muy bien. Aun cuando han pasado años lo recuerdo como el chico que siempre despertaba con una alegría que nos contagiaba a todos.
Es lindo que ser recordadas como una persona que reflejaba alegría y felicidad en las grandes y pequeñas cosas, eso hace la diferencia en nuestras vidas, vivir en forma positiva y agradecida.
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