La Real Academia Española padece presiones diarias para cambiar la grafía o definición de algunas palabras, y eso sucede con voces procedentes de marcas registradas, como teflón, chupa-chup y pionono, y con otras como masonería, que ya no tiene un carácter secreto.
De los quebraderos de cabeza que causan determinadas palabras habló este miércoles el director de la RAE, José Manuel Blecua, en la conferencia extraordinaria que pronunció en los cursos de verano de El Escorial, organizados por la Universidad Complutense.
En la Academia hay todo un equipo que solo se dedica a revisar definiciones Blecua se refirió a la constante revisión que experimenta el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), que en su página electrónica recibe un millón de visitas diarias y cuya próxima edición de papel, la de 2014, tendrá un tamaño menor, será bicolor y "se podrá leer fácilmente". Para esa nueva edición, que se prepara en colaboración con todas las Academias de la Lengua Española, se ha modernizado el lenguaje relacionado con el automóvil, se ha incluido el de la nanotecnología y se han revisado los americanismos, entre otros capítulos.
Pero las Academias sufren "problemas diarios" con algunas definiciones, a veces simplemente porque se han quedado obsoletas. Así sucede con "fiambrera", que en una de sus acepciones es un "cestón o caja para llevar el repuesto de cosas fiambres", y eso ha motivado que algún hispanista "escribiera indignado" porque no se entendía bien el significado. El señor tenía razón, ya que semejante definición obliga a consultar lo que es "repuesto" (en su tercera acepción es "provisión de comestibles u otras cosas para cuando sean necesarias"), y a mirar también el significado de fiambre.
"En la Academia hay todo un equipo que solo se dedica a revisar definiciones, y está claro que en la nueva edición no podemos salir con la 'fiambrera' así", bromeó el director de la RAE.
Nombres propios
Especiales problemas causan los nombres propios que se convierten en comunes. Si hace años le tocó el turno a la palabra "maicena", cuyos fabricantes querían que se retirara del Diccionario, ahora le llega a voces como "teflón", chupa-chup (también admitida como "chupa-chups" o "chupachús") y "pionono".
El teflón procede de una marca registrada inglesa y en el DRAE figura como sustantivo. Eso ha dado lugar a que "en Argentina se fabriquen sartenes de teflón sin utilizar la patente de su inventor porque, como está en el Diccionario, es propiedad de todos", señaló Blecua. La solución que se ha seguido es indicar que es marca registrada, una práctica habitual en la lexicografía.
Lo del "chupa-chup" es "más complejo porque, dada su estructura fonética, cada novelista lo escribe de una forma distinta", y en cada tebeo figura también de manera diferente. En el Diccionario se indica el nombre de la marca registrada (Chupa Chups) y, también, algunas de las variantes que existen de ese caramelo. Los fabricantes originales "quieren que no se incluyan las variantes", porque se prestan a que alguien se las apropie y no pague la cantidad correspondiente, pero la Academia debe tenerlas en cuenta.
Es constante la lucha con la gente que quiere modernizar el diccionario "Es constante la lucha con la gente que quiere modernizar el diccionario", aseguró Blecua, antes de referirse a otra palabra que "molesta mucho": masonería, en cuya definición se utiliza la expresión "sociedad secreta". Los masones le recordaron a la RAE que, después de la Constitución, no hay sociedades secretas y pidieron que se cambiara por "sociedades discretas", dijo el director entre las risas de los asistentes. Cambiar la definición ha costado lo suyo, pero finalmente ha quedado como "asociación universalmente extendida, originariamente secreta (...)".
¿Y qué decir del "pionono"? Los de Santa Fe (Granada) querían que en la definición de ese dulce se indicara que era una marca suya "para que nadie pudiera utilizar ese nombre", pero los académicos han comprobado que "el término existía antes de que se abriera la pastelería de esa localidad, con lo cual no son propietarios del mismo", afirmó.
En definitiva, el Diccionario "es un caso único de obra en constante dinamismo", entre otras razones porque la sociedad "cambia a velocidad de vértigo". Y, hablando de cambios, quizá haya que modificar el de "sensibilidad", porque hoy día, "cuando un partido tiene problemas internos, se dice que tiene diferentes sensibilidades", en lugar de hablar de "distintas tendencias", que está peor visto.
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