En la enseñanza espiritual se nos dice que no debemos hacer demasiado énfasis en nuestros problemas, sino que debemos advertir la Presencia de Dios donde parece haber problemas. Descubrimos que mediante una pequeña práctica, somos capaces de actuar así sin mayor dificultad.
Uno o dos de nuestros críticos han indicado que esto equivale a huir de la vida.
¿Es así? Veamos.
Supongamos que usted se encuentra en el interior de una casa donde estalla un incendio. ¿Qué haría usted? No hace falta decir que escaparía de la casa en llamas tan rápido como pudiera.
Ahora bien. ¿actuar así significa huir de la vida? ¿No estaría más bien buscando la vida? Por supuesto.
La enfermedad, el pecado, el temor y la limitación – cosas que no son vida – son una muerte parcial y hay que superarlas volviéndose hacia la vida, que es armonía divina.
¿ No aprendemos del sufrimiento? Si, muy a menudo, e incluso hay personas que sólo aprenden de esa manera. Pero aprendemos cuando superamos lo negativo y no cuando lo alentamos o lo aceptamos. El hombre que acepta su problema “con resignación” no está aprendiendo, sino resbalando hacia un mayor error.
Enfatizar las cosas negativas , sea cual sea el pretexto, es igual a crear todavía más problemas. Alejarse del mal y descubrir a Dios, en cambio, equivale a mejorar y liberarse, a ayudar al mundo y a glorificar a Dios. La Clave de Oro es la clave de la libertad.