El sol pidió absoluto silencio, sacó una hoja y empezó a llamar a lista. Uno a uno pronunció los nombres de los planetas y todos respondían con un “presente”. La luna, mientras tanto, tomaba nota de cuanto sucedía en la asamblea. Era la reunión anual del Sistema Solar que hace parte de la galaxia llamada Vía Láctea.
Todo iba bien; los planetas, en general, cumplieron con su objetivo de dar vueltas alrededor del sol y, al mismo tiempo, de girar sobre su propio eje: Mercurio, Venus, La tierra (el único planeta del sistema solar habitado por hombres, mujeres, niños, plantas y animales), Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.
Había alguien, sin embargo, bastante molesto e inconforme; un cuerpo del espacio que antes se llamaba planeta, pero que, ahora, era considerado planetoide. Se trataba de Plutón quien, para manifestar su tristeza, no paraba de llorar y decía “presente” sin que nadie preguntara por él. El Sol, profundamente conmovido, dijo: “Plutón. No tienes por qué sentirte mal. Como todos los cuerpos del Universo eres importante. Fíjate en los cometas, por ejemplo el Halley: pasa cerca de mí cada 75 años y no se acompleja por eso. O en la cantidad de estrellas que nacen y mueren todos los días. Somos una pequeña parte del Universo, nuestra Vía Láctea o Sistema Solar no es el único. Existen muchísimos; tal vez en alguno de ellos alguien parecido a ti, se queja en este momento”. Los demás planetas estuvieron de acuerdo y se dedicaron a animar a Plutón.
Y así continuó la reunión anual de la Vía Láctea. Curiosamente La tierra, que como ya dijimos es el único planeta del sistema solar habitado por hombres, mujeres, niños, plantas y animales, se reía a cada rato. Eran las cosquillas que le hacían los seres vivos cada vez que empezaba un nuevo día.