Mientras Aurora aún duerme el principio masculino representado por el príncipe comienza su proceso de crecimiento dejando la casa paterna e inicia su recorrido a través del mundo. Decide emprender la búsqueda de la princesa a pesar de sus temores, pero, en conexión con su parte más ingenua (campesino) toma el riesgo e inicia el viaje del héroe para entrar en nuevos territorios y experiencias. Llega al bosque, que lo recibe permitiéndole la entrada fácilmente como si lo hubiera estado esperando, sin embargo sabe que una vez cruzado el límite no habrá vuelta atrás. Ya otros caballeros en la búsqueda de su alma gemela quedaron atrapados entre los espinos. Pero El Príncipe responde al Kairos: es el momento adecuado esperado por Aurora y por él buscado inconscientemente en su viaje de aventura.
Debe recorrer diversas moradas: llega al patio donde presiente la muerte, pero su sentido de discriminación le permite no dejarse avasallar y confundirse por las apariencias, no se deja dominar por el miedo y sabe que él también está siendo sometido a pruebas. Finalmente alcanza el lecho dorado donde se encuentra la princesa y, habiendo transcurrido el tiempo profetizado ella despierta, haciéndole entender que estaba lista para recibirlo. Este es el momento de La Coniuctio Alquimica, La Luna y El Sol, el Agua y el Fuego se encuentran integrando los opuestos, después que cada uno ha actuado según su esencia y cumplido con su destino personal.
Ahora juntos, los príncipes cenan y comparten la intimidad. No es el final del cuento, más bien el inicio de un trabajo en pareja (Magus y Soror Mistique) que implica separaciones continuas y encuentros a lo largo de dos años, así como la confrontación de ambos con la madre oscura, el principio femenino castrador. Este aspecto no vivido por Aurora de forma directa debe experimentarlo a través de la figura de la madre del príncipe, siendo un aspecto para ella cercano pero aún desconocido. La imagen de la Ogreza responde a la madre devoradora, quien para satisfacer su necesidad de control y poder es capaz de comerse a sus propias creaciones –como Saturno, como Medea-, sin embargo la presencia de un príncipe maduro e íntegro la vence, haciéndola blanco de su propia capacidad de destrucción.
Este mismo proceso ocurre a un nivel colectivo donde la extrema necesidad del hombre por responder a las exigencias sociales de belleza y éxito y la incapacidad para confrontarse con las propias limitaciones lo ha llevado a utilizar mecanismos psicológicos de negación colectiva, como por ejemplo el fenómeno New Age. Los principios y misterios esotéricos del mundo antiguo han sido y siguen siendo utilizados indiscriminada y masivamente con la fantasía maníaca que nos mantendremos invulnerables al dolor y sufrimiento. Un curso intensivo de fin de semana calmará todos nuestros pesares. Pociones, aromas, frases repetidas mecánicamente y palabras tales como “cancelado” se llevarán a la bruja de vuelta a la Torre. La inmediatez domina a la psique y por consiguiente a nuestros actos; estamos despiertos centrados en el resultado sin detenernos a reflexionar sobre lo que hacemos y por lo tanto perdemos de vista el camino por recorrer. La extrema necesidad de espiritualidad se ha confundido. Estamos dormidos por dentro. Somos una sociedad durmiente. El principio de polaridad se hace presente a través de catástrofes naturales y guerras. Considero que son el equivalente al pinchazo de la Rueca, nuevamente el llamado a tomar una pausa para estar con nosotros. Pareciera ser hora de tomar un descanso, dormir un poco por fuera y despertar por dentro. Buscar un espacio para nosotros mismos donde el trabajo personal contribuya a recuperarnos del caos colectivo. Tal es el mensaje que nos trae Urano en Piscis.