Si bien la ausencia de juicio moral y de moralismo es algo fundamental en la perspectiva astrológica, hay algunas consideraciones en torno a las coordenadas Ascendente/Descendente y Medio Cielo/Fondo del Cielo en las que los términos "vicio y virtud" pueden tener sentido. No se trata, claro está, de una reinvención indirecta de lo peor de la ética tradicional, sino de algo que tiene que ver más bien con la noción de "sistema". Si entendemos cada carta natal como un sistema global de información acerca de nuestra naturaleza esencial, lo que simbolizan cada signo o planeta en posición ascendente/descendente o en el Cénit/Nadir es algo que debe matizarse según cómo se distribuyan. Y ahí los conceptos de vicio y virtud reaparecen, si bien con un sentido distinto al esperado.
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Si un signo o planeta se encuentra en el Ascendente o el Nadir, es probable que sus rasgos se conviertan en algo así como un "vicio" para la persona, pues tenderá a reforzar los que espontáneamente le son más fáciles de desarrollar y expresar, y ahí enfatizará y radicalizará lo característico del signo o planeta, llevándolo probablemente a sus formas de expresión más compulsivas e inconscientes. En ese sentido, pueden equivaler a lo que los clásicos llamaban "vicio".
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Pero el signo o planeta que aparece en el Descendente o el Cénit debe ser tomado como una guía cuyas características hay que cultivar en lo que de mejor reportan al conjunto de la persona, y su motivación principal, siendo compensatoria de las compulsiones del Ascendente o el Nadir, puede considerarse en ese sentido "virtuosa", puesto que nos hace mejores al desarrollar algo que es nuestro y tendemos a omitir: nos completan.
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Se trata, claro está, de una manera de hablar que puede ser malentendida, pero que también a algunos resultará útil. En cada signo o planeta hay aspectos que en relación al conjunto de un mapa natal resultan estimulantes y favorecen la realización, y otros que son más bien frenos, obstáculos o impedimentos para la plenitud del sistema natal. Las posiciones de los cuatro ángulos conviene tomarlas en esa polaridad básica: lo ascendente y el Nadir, pueden tender a manifestarse como lo peor para cada uno del signo o planeta implicado (aunque nos guste y nos identifiquemos con ello). Complementariamente, lo descendente y el Cénit, siendo déficit y aspiración, hay que tomarlos en lo que de estimulante, favorecedor y armónico nos ofrecen. No será igual en cada uno, y por ejemplo, un Cénit en Géminis puede ser para alguien, en función del conjunto de su sistema natal, una llamada a impulsar procesos comunicativos (si por el resto de su carta se perfila un carácter hermético) pero en otro, tal vez esté pidiendo ligereza, efervescencia y curiosidad diletante (si por su mapa natal y su vida intuimos que se trata de alguien especialmente severo y reconcentrado). Se trata pues de ver en cada planeta o signo en esas posiciones la amplitud de su potencial, pero haciéndolo de modo que alimenten el dinamismo y la plenitud del sistema natal completo: quizá modulando ciertas compulsiones que estereotipan (Ascendente y Nadir) e impulsando de otra parte los talentos latentes (Descendente y Cénit). Refrenando nuestros vicios y cultivando nuestras virtudes, si así se nos entiende mejor.