Hace mucho tiempo un muchacho y una joven que compartían una gran pasión por la jardinería contrajeron matrimonio. Vivían juntos y dichosos, y su amor por las plantas sólo se veía sobrepasado por el placer que encontraba cada uno en la compañía del otro. Al cabo de los años tuvieron un hijo que, afortunadamente, heredó el interés de sus padres por las plantas. Llegados a la vejez, éstos murieron con escasos días de diferencia, cuando el hijo era todavía joven. el muchacho asumió la responsabilidad de cuidar el jardín, con el esmero y la devoción que había aprendido de sus padres. En la primavera que siguió a la muerte de ambos, vio cada día dos mariposas en el jardín. Cierta noche soñó que su madre y su padre paseaban por su amado jardín observando detenidamente aquellas plantas que tan bien conocián para ver cómo crecían cuidadas por el joven. De repente, los dos ancianos se conviertieron en dos mariposas, pero prosiguieron su ronda por el jardín, posándose en las flores. Al día siguiente, el muchacho vio que la pareja de mariposas seguía en el jardín, y comprendió que contenían las almas de sus padres: continuaban disfrutando del placer en que habían ocupado sus vidas.