Su andadura comienza donde finaliza la obsidiana. El ópalo es un potente intensificador de las emociones. Es un espejo, al ser su color negro, nos revela nuestra imagen oscura que no queremos reconocer, por eso la encontramos en el exterior, para que la admitamos.
En el nuevo paradigma no tiene sentido el tiempo lineal, lo mantenemos teniendo la conciencia en el, es una ilusión. Es enormemente positivo cambiar esta percepción en el mental y emocional, hará que lo traslademos al plano físico con suma facilidad, avanzando a dimensiones superiores. Partiendo de esta premisa es fácil comprender que no existe el Karma ni el pasado.
Todo existe a la vez en el ahora, potenciales pretéritos y futuros son siempre en función del presente, consecuencia del mismo, se pueden variar en cualquier momento (son potenciales). A partir de la compresión de esta realidad carece de sentido la división entre bueno y malo, luz y oscuridad. Es una experiencia global, “la totalidad está incluido en el paquete”. Son experiencias necesarias en este momento. Nos hallamos en los dos extremos de la prueba, somos la víctima y el verdugo, no existen juicios de valor posible. El objetivo, es que logremos trabajar la auto-aceptación y purificarnos.
El Prosópalo negro nos enfrenta a nuestra propia oscuridad y temores, los hace aflorar, por eso durante tanto tiempo este cristal ha infundido un profundo temor. Al intensificar la oscuridad ya no podemos esconderla, nos la encontramos de frente sin posibilidad de escapar. Si la amamos y aceptamos, los transformamos en luz, purificando el yo como oscuridad y renaciendo como divinidad. Es así como cambiamos esas situaciones exteriores que nos perturban, no son necesarias ya para nuestra evolución. Es potestad nuestra cambiar al mundo al evolucionar nosotros.