En oriente, el jade y los objetos tallados de él se consideraban poderosos talismanes de la buena suerte. Creían que el jade era una piedra sagrada, dada en regalo del cielo a la gente en la Tierra. Los viajeros siempre se ataban un disco o un colgante de jade al cinturón para atraer la seguridad y buena fortuna en sus viajes, y aún es el mineral favorito de muchos asiáticos en las joyas, tanto para el hombre como para la mujer.