Hay parejas que una vez que se forman (proceso que puede ser de minutos o semanas) deciden estar juntas. Y en el proceso de mantenerse unidos hay fricciones. Estas fricciones pueden ser menores o grandes. Y pueden ser constantes o esporádicas. También, dentro de la voluntad de mantenerse juntos hay dos opciones: que los dos quieran o que sólo quiera uno y voy a tratar de comentar acerca de estas dos últimas.
Digamos que ambos quieren mantenerse juntos y hay un pleito. Un pleito grande. Donde los ánimos se alteran, pueden o no decirse cosas ofensivas. Y al final, cuando llega la reconciliación se dicen "Hay que echarle ganas", "Vamos a echarle ganas". Y claro, la intención es inocente: hay que tratar de que no suceda nuevamente aquello que provocó el pleito.
Pero el "hay que echarle ganas" también es una especie de condena. De entrada, si sucede de nuevo aquello que provocó el pleito (volviste a llegar tarde, de nuevo se te olvidó llamar, te quedaste viendo una persona más de 3 segundos en un restaurant, lo que quieras) y la otra persona automáticamente tiene el derecho a decirte "Sniff, pero si habíamos quedado que ya le íbamos a echar ganas". Y ahi va uno a ponerle más presión a comportarte de cierta manera para que se note que le estás "echando ganas" o sea, que hay esfuerzo.
Y es que el esfuerzo se entiende cómo interés. Que te interesa tanto la relación como para ahcer algún cambio, mantener tus neuronas al tanto de tu comportamiento y cómo es que ese comportamiento pudiera ofender a tu pareja.
Claro que como todo esfuerzo, siempre hay un componente de cansancio.
Ahora, hay un escenario peor, y es cuando ya no existe la voluntad de uno de los integrantes de la pareja. En ese caso, uno de ellos, el que aún quiere, en nombre del esfuerzo, en nombre de aquel echarle ganas famoso. Aguantas muchísimo, aguantas cosas que normalmente no tolerarías. Pero, claro, estás instalado(a) en que para sacar adelante la relación pues tienes que demostrar que te interesa, tienes que profesar tu interés a la otra persona, quien seguramente no es que esté abusando de tí, sino que aún no está completamente convencido de que le estás verdaderamente echando ganas (ejem, espero haber transmitido el sentido irónico). Y este ejemplo puede llegar hasta un dañosísimo "vas a ver que me vas a aprender a querer". Pero, eso nunca de los jamases sucede.
Aunque la persona se tarde en darse cuenta que todo ese esfuerzo la está llevando rápido a ningún lado, pero mientras estás ahi probándote en nombre del amor, hay una especie de satisfacción interna por andarlo haciendo. Después de todo es en nombre del amor, ¿cómo puede estar mal?
Ahora bien, acontecimientos recientes en mi vida personal y en algunas personas cercanas a mí me han hecho revaluar el mito del esfuerzo. ¿Qué tal que si existe una relación sin esfuerzo? Una donde la voluntad de estar juntos prevalezca de tal modo que no haya necesidad de estar concientes del esfuerzo de la relación. No existen las conversaciones de "ya, hay que echarle ganas" sino que la relación fluye naturalmente. Las ofensas menores no escalan a ser confrontaciones o pleitos, sino que se mantienen como lo que son, menores y olvidables. Y no hay que estar pensando "Chin, si hago esto seguro que se me arma" o "Chin, ya dije algo que no debía y seguramente venga el pleito".
No quiero decir que no haya momentos donde las personalidades choquen, pero no hay drama alrededor de esos momentos. A lo mejor hay acuerdos, pero no se encuncian "A ver, a partir del día de hoy ya no vamos a llegar tarde al cine porque me enojo" simplemente son. Porque siempre está el cariño y el respeto indiscutibles por delante. No hay que pensar en que hay que respetar a la otra persona, no hay que pensar que hay que tratarla con cariño. Simplemente sucede.
Lo maravilloso de estas relaciones donde te complementas en lugar de provocar a huevo que la pieza del rompecabezas entre, es que pasas mucho más tiempo disfrutando la relación que componiéndola. Y no te enredas ni mental ni emocionalmente en cuestionamientos de "será que si me quiere" "será que si le intereso" "será que tengo que provocar una situación y obligarlo a que me demuestre que quiere echarle ganas". Ya.
Conclusión, a lo mejor es extraño, a lo mejor no es a lo que estamos acostumbrados o lo que esperamos que implica estar emparejados, pero pareciera que el amor mutuo existe.