puntos de vista

Tanto en el mundo de las doctrinas, dogmas, creencias y corrientes ideológicas, como en todo aquello que implique visiones muy particulares del mundo en cualquier tema, las diferencias de opinión suelen generar con cierta regularidad abismos artificiales que resquebrajan el espíritu de la fraternidad humana. Sin embargo cuando nos hacemos conscientes de la relatividad de los puntos de vista, despertamos nuestra capacidad para salir del gallinero de las opiniones, volar hacia los horizontes de la libertad interior y hacer nuestra aportación personal en la construcción de una humanidad más consciente y plena.

Tener opiniones y visiones particulares del mundo resulta muy humano y forma parte de la experiencia de la vida. Compartir nuestros puntos de vista constituye una dinámica incluso saludable, a través de la cual nos retroalimentamos con el entorno y las personas nos enriquecemos de manera recíproca. De esta forma podemos construir realidades más incluyentes y respetuosas del derecho ajeno. El problema surge cuando le damos una dimensión absoluta a nuestras visiones personales y nos prohibimos la experiencia de la libertad interior.

Resulta evidente que las creencias que tenemos sobre los distintos asuntos del mundo y de aquello que no vemos nos permiten ser funcionales en la vida diaria. Es claro que necesitamos contar con un marco referente de percepciones para interpretar la realidad y tener un equilibrio en nuestras humanas existencias. Sin embargo es común que nos volvamos inflexibles en el propio fuero interno, con lo cual nos convertimos en los verdugos de nuestro espíritu.

Cuando comprendemos a fondo la relatividad de las percepciones humanas, empiezan a decaer los ánimos de seguir en la lucha de las ideas e iniciamos el camino de regreso a lo que está más allá de las creencias y las posturas particulares

Es importante comprender que ciertamente es posible compartir nuestras visiones particulares y mantener al mismo tiempo la libertad interior, ya que lo relevante es la actitud personal de apertura más allá de cualquier creencia o postura específica. Cuando nos damos cuenta de que los seres humanos tenemos mucho más en común de lo que parece a simple vista y que la luchas confrontativas de las ideas suelen separarnos y darnos la ilusión de que somos muy diferentes, entonces empezamos a vivir de manera implícita la experiencia de la espiritualidad trascendente y a sentirnos uno con todo lo que existe.

Las múltiples creencias y posturas sobre temas religiosos, políticos, filosóficos y cualquier otra esfera de las ideas humanas resultan respetables aunque no se compartan, pues las personas somos libres para tener nuestras percepciones particulares de lo visible y lo invisible. Lo importante es que seamos conscientes de que las visiones propias son relativas, aun cuando sean un reflejo de la realidad, y que encontremos en ellas el canal adecuado para avanzar hacia la vivencia de la armonía con nosotros mismos y todos los seres.

Cuando comprendemos a fondo la relatividad de las percepciones humanas, empiezan a decaer los ánimos de seguir en la lucha de las ideas e iniciamos el camino de regreso a lo que está más allá de las creencias y las posturas particulares. Entonces comenzamos a experimentar un sentimiento de unión con todo lo que existe y a respirar el aire fresco de la libertad interior.


un abrazo

Me ha gustado mucho este post Javi,es muy interesante.
Yo creo que si todos respetásemos que los demás no tienen porque creer o pensar lo mismo que nosotros las cosas irían mucho mejor...realmente debemos sentir lástima por una persona que no sea capaz de sentir empatía ni de ponerse en el sitio del otro,o simplemente respetar las ideas que uno pueda tener aunque sean totalmente opuestas a las nuestras,evidentemente si esas ideas no defienden cosas indefendibles,claro está.