Tienes tu punto de vista. Estás convencido de que es así, tal como tú lo ves. Hay otro, allí enfrente, al que le pasa exactamente lo mismo. Y así, tan simple como eso, en un abrir y cerrar de ojos habrá estallado la discusión, la pelea, la guerra. Abre tus orejas, tus ojos, tu mente y tu corazón a escuchar lo que ese otro tiene para decir. Adopta una postura amplia y abierta y escucha de verdad, visualiza la idea que el otro te presenta, piénsala y siéntela. Escucha y percibe hasta el final, conteniendo esa necesidad imperiosa de interrumpir para refutar. Intenta comprender, despojado de prejuicios e ideas preconcebidas. Algo de sentido, de valor, ha de tener esa otra perspectiva. En la medida en que tú estés abierto a escuchar, entender y aceptar al menos parte de ella harás que el otro sintonice la misma frecuencia y, recorriendo cada uno un trecho del camino, puedan encontrarse en un punto intermedio. Discutir, pelear, luchar, enojarte y angustiarte nada aportaría, ni a él ni a ti. Ábrete y saldrán, ambos, crecidos, enriquecidos, beneficiados.
Gabriel Sandler