Hay algo que estás ocultando desde hace algún tiempo. Esto te genera un gran peso interno que, en ciertos momentos o circunstancias, te quita claridad y paz (y tal vez, hasta el sueño).
Hay una verdad que guardas dentro de ti y aún no ha salido a la luz. Solo tú sabes la importancia que reviste en tus acciones diarias y en tu forma de encarar ciertos aspectos de tu vida. Puede haber otra gente involucrada o tratarse de algo tuyo propio. La necesidad que vivencias es la misma: desahogarte y alivianarte de esta carga. Para hacerlo, lo mejor es que digas tu verdad.
Tal vez no hayas querido hablar hasta ahora para no perjudicar o herir a otros, pero ten en cuenta que a la primera persona a la que le debes respeto y lealtad es a ti mismo. Y esto involucra tus sentimientos. La única manera de alcanzar esa tranquilidad que tanto anhelas es dejando salir al exterior eso que te incomoda.
Las verdades que quedan dentro de nosotros y nos provocan angustia, desconsuelo o incluso resentimiento, son un caldo de cultivo de enfermedades, tanto emocionales como físicas. De ti depende tomar una decisión que mejorará tu calidad de vida (aunque el proceso y las reacciones que sobrevendrán sean un tanto inciertas) y que beneficiará tu salud de manera integral al ciento por ciento.
Te propongo que en los próximos días, digas tu verdad. Puede ser hoy mismo o en el transcurso de esta semana, cuando lo decidas dentro de los próximos 7 días. Hay distintas maneras de dar el mensaje que necesitas expresar. Al permitir que salga a flote, estarás cuidándote, y también puedes cuidar a quien recibirá tus palabras por medio de la forma en que las transmitas. Hay diferentes maneras de decir lo mismo y bien puedes elegir la que mejor te parezca o menos dolor provoque, dadas las circunstancias.
También puedes escoger decir, por ahora, solo una parte de lo que te abruma, es un buen principio y abrir esa compuerta de escape te permitirá sentir cierta claridad y prever lo que puedes lograr si sigues en ese camino.
Es cierto que la verdad nos hace libres. Nos permite vivir en armonía con nosotros mismos, estar bien parados frente a la realidad y alcanzar la tan saludable congruencia que le da aplomo y seguridad a nuestro andar.