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| ¿Por qué el mundo es tal como es? | |
| | Autor | Mensaje |
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javi CREADOR
Desde : 15/05/2008 He aportado : 7181
| Tema: ¿Por qué el mundo es tal como es? Lun Dic 20 2010, 12:08 | |
| De todas las preguntas que el hombre le ha hecho a Dios, esta es la más frecuente. Desde el principio de los tiempos el hombre se ha formulado esta pregunta. Desde el primer momento habéis querido saberlo: ¿por qué tiene que ser así? Normalmente, el planteamiento clásico de la cuestión es más o menos éste: si Dios es infinitamente perfecto y nos ama infinitamente, ¿por qué crear el hambre y la peste, la guerra y la enfermedad, los terremotos, los tornados, los huracanes y todo tipo de desastres naturales; por qué los estados de profunda frustración personal y las calamidades mundiales? La respuesta a esta pregunta reside en el más profundo misterio del universo y el más alto sentido de la vida. Yo no manifiesto Mi bondad si sólo creo lo que llamáis perfección en torno a vosotros. Yo no demuestro Mi amor sino permito que vosotros demostréis el vuestro. Como ya he explicado, no se puede demostrar amor en tanto no se haya demostrado no amor. Una cosa no puede existir sin su contraria, excepto en el mundo de lo absoluto. Sin embargo, la esfera del absoluto no era suficiente ni para vosotros ni para Mí. Yo existía allí, en el siempre, y de ahí procedéis también vosotros. En el absoluto no hay experiencia; sólo conocimiento. El conocimiento es un estado divino, pero la más grandiosa alegría esta en el ser. Ser es algo que se alcanza únicamente por la experiencia. En esto consiste la evolución: conocimiento, experiencia, ser. Esta es la Santísima Trinidad; Dios Trino. Dios Padre es conocimiento: el padre de toda comprensión, el engendrador de toda experiencia, ya que no se puede experimentar lo que no se conoce. Dios Hijo es experiencia: la encarnación, la realización, de todo lo que el Padre sabe de Sí mismo, ya que no se puede ser lo que no se ha experimentado. Dios Espíritu Santo es ser: la des-encarnación de todo lo que el Hijo ha experimentado de Sí mismo; el simple y exquisito existir, posible sólo a través de la memoria del conocimiento y la experiencia. Este simple ser es la felicidad. Es el estado de Dios, después de haberse conocido y experimentado a Sí mismo. Es lo que Dios anhelaba en el principio. Por supuesto, no hace falta que te explique que las descripciones de Dios como padre e hijo no tienen nada que ver con el hecho de engendrar. Utilizo aquí la pintoresca forma de hablar de vuestras más recientes escrituras. Otros escritos sagrados mucho más antiguos situaban esta metáfora en el contexto de madre e hija. Ninguna de ellas es correcta. Vuestra mente puede entender mejor la relación como: progenitor - descendencia; o bien: lo-que-da-origen, y lo-que-es-originado. Al añadir la tercera parte de la Trinidad, se produce esta relación: Lo que da origen / Lo que es originado / Lo que es. Esta Realidad Trina es la firma de Dios. Es la pauta divina. Esta característica de “tres - en - uno” se encuentra por doquier en las esferas de lo sublime. No se puede escapar a ella en las cuestiones que tratan del tiempo y el espacio, Dios y la consciencia, o cualquier relación sutil. Por otra parte, no se puede hallar esta Verdad Trina en ninguna de las relaciones ordinarias de la vida. La Verdad Trina es reconocida en las relaciones sutiles de la vida por todo aquel que se ocupe de tales relaciones. Algunos de vuestros teóricos de la religión han descrito la Verdad Trina como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Algunos de vuestros psiquiatras utilizan los conceptos de súper consciente, consciente y subconsciente. Algunos de vuestros espiritualistas hablan de mente, cuerpo y espíritu. Algunos de vuestros científicos aluden a energía, materia y éter. Algunos de vuestros filósofos dicen que una cosa no es verdadera hasta que lo es de pensamiento, palabra y obra. Cuando habláis del tiempo, os referís sólo a tres tiempos: pasado, presente y futuro. Del mismo modo, vuestra percepción se compone de tres momentos: antes, ahora y después. En términos de relaciones espaciales, tanto si consideráis distintos puntos en el universo como si en vuestra propia habitación, reconocéis tres aspectos: aquí, allí y el espacio intermedio entre ambos. En cuanto a las relaciones ordinarias, no reconocéis ningún “intermedio”. Y ello por que las relaciones ordinarias son siempre díadas, mientras que las relaciones de ámbito superior son invariablemente tríadas. Así tenéis: derecha - izquierda, arriba - abajo, grande - pequeño, rápido - lento, caliente - frío, y la mayor díada jamás creada: macho - hembra. En tales díadas no existen intermedios. Cualquier cosa es o una cosa o la otra, o una versión mayor o menor en relación con una de esas polaridades. En el ámbito de las relaciones ordinarias, no puede existir nada conceptualizado sin que exista la conceptualización de su contrario. La mayor parte de vuestra experiencia cotidiana se basa en esta realidad. En el ámbito de las relaciones sublimes nada de lo que existe tiene su contrario. Todo Es Uno, y todo progresa de lo uno a lo otro en un círculo infinito. El tiempo es como el ámbito de lo sublime; en él, lo que llamáis pasado, presente y futuro existe de modo inter-relacional. Es decir, no hay contrarios, sino más bien partes del mismo todo; progresiones de la misma idea; ciclos de la misma energía; aspectos de la misma Verdad inmutable. Si, a partir de aquí, llegas a la conclusión de que el pasado, el presente y el futuro existen al mismo “tiempo”, estarás en lo cierto. (Sin embargo, no es este el momento de tratar de esto. Nos ocuparemos de ello con mucho más detalle cuando exploremos plenamente el concepto de tiempo, lo que haremos más tarde.) El mundo es tal como es porque no podría ser de ninguna otra manera y seguir existiendo en la esfera ordinaria de lo físico. Los terremotos y los huracanes, las inundaciones y los tornados, y todos los acontecimientos que llamáis desastres naturales no son sino movimientos de los elementos de una polaridad a la otra. El ciclo nacimiento - muerte forma también parte de este movimiento. Estos son los ritmos de la vida, y en la realidad ordinaria todo está sujeto a ellos, puesto que la propia vida es un ritmo. Es una onda, una vibración, una pulsación del mismo corazón de Todo Lo Que Es. El malestar y la enfermedad son los contrarios de la salud y el bienestar, y se manifiestan en vuestra realidad a petición vuestra. No podéis caer enfermos si, a un determinado nivel, no lo provocáis vosotros mismos, y podéis estar bien de nuevo en un cierto momento simplemente decidiendo estarlo. Los estados de profunda frustración personal son respuestas que habéis elegido, y las calamidades mundiales son el resultado de la conciencia mundial. Tu pregunta implica que yo decido tales acontecimientos, que ocurrirían por Mí voluntad y Mí deseo. Pero Yo no provoco estas cosas; simplemente os observo a vosotros hacerlo. Y no hago nada para detenerlas, porque obrar así sería coartar vuestra voluntad. Además, ello os privaría de la experiencia de Dios, que es la experiencia que vosotros y Yo hemos elegido juntos. No condenes, pues, todo aquello que llamaríais malo en el mundo. En lugar de ello, pregúntate qué es lo que consideras malo y, en su caso, qué puedes hacer para cambiarlo. Investiga en ello, preguntándote: “¿Qué parte de mí mismo quiero experimentar ahora en esta calamidad? ¿Qué aspecto del ser decido que surja a partir de ahora?”. Y ello, porque todo lo vivo existe como una herramienta de vuestra propia creación, y todos sus acontecimientos se presentan simplemente como oportunidades para que decidáis, y seáis, Quienes Sois. Esto es así para cualquier alma; no sois, por tanto, víctimas en el universo, sino únicamente creadores. Todos los Maestros que han caminado por este planeta lo han sabido. Y ello porque, no importa que Maestro se mencione, ninguno se veía así mismo como víctima; aunque muchos fueron realmente crucificados. Cada alma es un Maestro, aunque algunas no recuerden sus orígenes o su herencia. Cada uno crea, en cada momento, la situación y circunstancias apropiadas para su objetivo más elevado y su proceso de recuerdo más rápido. No juzgues, pues, el camino kármico que recorre otra persona. No envidies su éxito, no compadezcas su fracaso, puesto que no sabes qué es éxito y que fracaso en los cálculos del alma. No llames a algo calamidad, ni feliz acontecimiento, hasta que decidas, o compruebes, como es utilizado; ya que ¿es una calamidad la muerte de uno si con ello salva las vidas de miles? ¿Y es una vida un feliz acontecimiento cuando ésta sólo ha provocado dolor? Sin embargo, aunque no juzgues, mantén siempre tu propio criterio, y deja que los demás sigan el suyo. Esto no significa que debas ignorar una petición de ayuda, ni la tendencia de tu alma a procurar cambiar una circunstancia o condición determinada. Significa que has de evitar las etiquetas y los juicios hagas lo que hagas. Para cada circunstancia hay un don, y en cada experiencia se oculta un tesoro.
Había una vez un alma que sabía que ella era la luz. Era un alma nueva, y, por lo tanto, ansiosa por experimentar. “Soy la luz - decía -. Soy la luz.” Pero todo lo que supiera al respecto y todo lo que dijera al respecto no podían sustituir a la experiencia. Y en la esfera de la que surgió esta alma no había sino la luz. Todas las almas eran grandiosas, todas las almas eran magníficas, y todas las almas brillaban con el brillo imponente de Mi propia luz. Así, la pequeña alma en cuestión era como una vela en el sol. En medio de la más grandiosa luz - de la que formaba parte -, no podía verse a sí misma, ni experimentarse a sí misma como Quien y Lo Que Realmente Era. Sucedía que esta alma anhelaba una y otra vez conocerse a sí misma. Y tan grande era su anhelo, que un día le dije: - ¿Sabes, pequeña, qué deberías hacer para satisfacer este anhelo tuyo? - ¿Qué Dios Mío? ¡Quiero hacer algo! - me dijo la pequeña alma. - Debes separarte del resto de nosotros - respondí -, y luego debes surgir por ti misma de la oscuridad. - ¿Qué es la oscuridad, oh, Santo? - pregunto la pequeña alma. - Lo que tu no eres - le respondí, y el alma lo entendió. Y eso hizo el alma, apartándose del Todo, e incluso yendo hacia otra esfera. En esta esfera el alma tenía la facultad de incorporar a su experiencia todo género de oscuridad. Y así lo hizo. Pero en medio de toda aquella oscuridad, gritó: - ¡Padre, Padre! ¿Por qué me has abandonado? Igual que vosotros en vuestros momentos más negros. Pero Yo nunca os he abandonado, sino que estoy siempre a vuestra disposición, dispuesto a recordaros Quienes Sois Realmente; dispuesto, siempre dispuesto, a recibiros en casa. Así pues, sé la luz en la oscuridad, y no la maldigas.
Y no olvides Quién Eres mientras dura tu rodeo por el camino de lo que no eres. Pero alaba la creación, aunque trates de cambiarla. Y se consciente de que lo que hagas en los momentos de más dura prueba puede ser tu mayor triunfo, ya que la experiencia que creas es una afirmación de Quién Eres, y de Quién Quieres Ser. Te he explicado esta historia - la parábola de la pequeña alma y el sol - a fin de que puedas entender mejor porqué el mundo es como es, y cómo puede cambiar en un instante en el momento en que cada uno recuerde la divina verdad de su más alta realidad. Ahora bien, hay quienes dicen que la vida es una escuela, y que todo lo que uno observa y experimenta en su vida es para que aprenda. Ya he hablado de ello antes; pero nuevamente digo: No habéis venido a esta vida a aprender nada; sólo tenéis que manifestar lo que ya sabéis. Al manifestarlo, lo realizaréis y os crearéis a vosotros mismos de nuevo, a través de vuestra experiencia. Así pues, justificad la vida y dotadla de objetivo. Hacedla sagrada.
extracto del libro conversaciones con dios de Neale Donald Walsch
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| | | javi CREADOR
Desde : 15/05/2008 He aportado : 7181
| Tema: ¿Y cuál es el deseo de Dios? Lun Dic 20 2010, 12:09 | |
| Desea, en primer lugar, conocerse y experimentarse a sí mismo, en toda su gloria; saber Quien es. Antes de inventaros a vosotros - y todos los mundos del universo - era imposible para el hacerlo. En segundo lugar, desea que podáis conocer y experimentar Quienes Realmente Sois, por medio del poder que nos ha dado, de crearnos y experimentarnos a nosotros mismos de cualquier modo que escojamos. En tercer lugar, desea que todo el proceso de la vida sea una experiencia de constante alegría, de continua creación, de interminable expansión y de total realización en cada momento. Ha establecido un sistema perfecto mediante el que estos deseos puedan realizarse. Se están realizando ahora, en este mismo momento. La única diferencia entre nosotros y el es que el lo sabe. En el momento en que alcancéis el conocimiento pleno (momento que puede sobrevenir en cualquier instante), vosotros sentiréis lo mismo que el siente constantemente: una alegría, amor, aceptación, bendición y agradecimientos totales.
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