A veces se encuentran sobre acantilados pequeños cementerios, en el que no se entierra a difunto alguno. Este camposanto es obra de los deudos de pescadores que naufragaron en alta mar y cuyos cadáveres no fueron devueltos a la playa.
Después de intensas búsquedas y angustiada espera, los familiares hacen en su casa el velatorio, de sólo el traje del desaparecido, el que es colocado en un pequeño ataúd. En otras ocasiones se lleva la ropa a la iglesia y sobre el ataúd se oficia un responso, partiendo de allí al cementerio inmemoriam, donde es sepultado, se reza y se clava una cruz blanca, que ostenta el nombre del desaparecido y el de la embarcación
Al hundirse una embarcación se espera un tiempo cercano a los tres días. Si no aparecen los náufragos, se les vela 48 horas o más. Para ello se confeccionan pequeñas urnas de madera de 50 centímetros de longitud y se las pinta de color blanco. En el interior se colocan las ropas del desaparecido y su foto. Luego todos los pobladores de la caleta en procesión llevan la urna hasta los singulares cementerios
En los puertos, en las bahías este dolor se expresa con otras modalidades. Cuando los lancheros mueren por accidente marítimo o desaparecen en el mar, son honrados con la formación de una flotilla de lanchas fleteras que realiza un recorrido, en memoria del desaparecido. En este homenaje póstumo, se lanzan coronas de flores al mar..