El resentimiento es una de las típicas emociones consideradas negativas. Sin embargo, cuando uno la observa en su trama íntima puede comprender su profunda razón de ser, cuál es su mensaje
y cómo es el camino que la resuelve.
¿De qué está hecho el resentimiento?
El resentimiento es dolor y enojo retenidos, enfriados y cronificados.
"Estoy resentido con vos porque hace cinco años, el día que te fui a pedir ayuda, no me atendiste, no te importó nada de mí, y ahora cada vez que te veo no quiero ni saludarte".
"Estoy resentido con mis padres porque no se interesaron en mí, no me comprendieron y cada vez que los veo, ese recuerdo está ahí y tiñe todo lo demás".
Cuando uno está resentido corta el interés hacia la persona con quien lo está: "Mi mujer se separó de mí y para mí no existe más, ¡desapareció de mi vida! El dolor y el enojo que me produjo al irse siguen en mí y borraron todo otro sentimiento".
Podemos imaginar a una relación como una película, como una sucesión de escenas. Si en una de ellas algo me duele y enoja y puedo resolverlo, el dolor y el enojo se integran al resto de lo que también siento hacia esa persona: afecto, confianza, gratitud, etcétera. Por lo tanto será un componente más que contribuirá al conjunto general de lo que sentiré hacia ella. Cuando el enojo evoluciona hacia el resentimiento, la escena que me enojó queda en "foto fija": se desconecta de lo que pasó antes, de lo que sucede después y permanece inmutable en el tiempo.
Esta es la característica específica del resentimiento. La misma palabra lo expresa: re-sentir, seguir sintiendo, volver a sentir.
El resentimiento es un destino del dolor-enojo no resuelto, que se endurece e impregna de ahí en más la relación con la persona que lo produjo. Quien lo siente no está en condiciones de comprender, ni de olvidar, ni de resolver. Por eso, al igual que la envidia, es una emoción muy descalificada socialmente y se dice: "Sos un resentido", casi como un insulto.
Pero, al igual que cualquier otra emoción, tiene causas que la explican y una profunda razón de ser que es necesario aprender a develar. Habitualmente asociamos el resentimiento casi con exclusividad al enojo y no tenemos en cuenta el otro factor presente en esta emoción: el dolor. Cuando comenzamos a reconocer su presencia y su enorme significación en todo el proceso que desemboca en el resentimiento se abre un escenario más expandido que ofrece nuevos recursos para ayudar a comprenderlo y transformarlo.
¿Al resentimiento lo sienten sólo algunas personas?
Creer que sólo algunos lo sienten contribuye a fortalecer esa mirada descalificatoria hacia el resentimiento. En realidad todos los seres humanos tenemos la potencialidad de experimentar esa respuesta si se supera el umbral de cada uno y se dan las condiciones para que ocurra. Es decir todos podemos sentirlo y cada uno tiene un umbral distinto que al ser desbordado, lo activa.
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