Mírame dentro de ti. Si me percibes sabrás qué es la Paz. Mírate desde mi con tus propios ojos. Observa el mundo siendo el mundo. Y aunque haya cosas que no sepas, todo lo tienes porque todo lo eres. Disuélvete, piérdete, gáname, encuéntrate. Respírame, agriétate, descomponte, y mi luz dorada verás. Amate al amarme, vibra conmigo. Escúchate al silenciarte y una única y coral voz pura, en todo seremos. Déjate caer en mí y ascenderás en ti. Llórame de alegría y lágrimas que contienen el todo seremos. Solo podrás ver desde el trono si vienes siendo nada. Pues nada de ti cabe en lo infinito, salvo tu infinitud. Pues nada de ti cabe en lo puro, salvo tu pureza. Pues nada de lo que eres cabe en el Ser, salvo tu Ser mismo. Mírame dentro de ti, si me percibes, sabrás qué es el Amor. Una vibración fecunda, preñada de su propia esencia. Una ida y un retorno sin tiempo. Un amarse en la división y en la fusión. Un descanso perfecto, solo alcanzado en el punto donde el final es principio, y el principio es final. Todo colapsa sobre sí, sobre mí, sobre ti. Todo surge al desaparecer en el Amor. Me encontrarás si eres el Amor. Mírame dentro de ti, Si me percibes sabrás quien eres. Mil formas de formas en un instante eterno. Todas las miradas unidas, todos los mundos fundidos en uno. Todos los seres abrazados, ven por fin, que no hay fin. Comprenden sin más, que no hay más, que amor. Cada universo que nace, cada hoja que cae. Cada pensamiento que aparece, cada vida que muere. Son cuerdas de mi amor que vibran. Porque no hay dónde ir ni qué hacer. Porque no hay nada que creer ni que cambiar. Salvo ser el amor, no más. Renuncia a todo y me verás.