En el proemio de su Etiología del Error Llano señala que, para entender el error, debemos analizarlo desde las razones últimas, teniendo siempre presente al sujeto que se equivoca.
Esto se logra desde su “Lebenswelt” o vida corriente, pues es donde el hombre se equivoca en la práctica. Estas consideraciones iniciales nos muestran la sensatez de la línea de pensamiento de Carlos Llano. No hay porqué perderse en la quintaesencia de la metafísica y las “realidades separadas” para poder llegar a las causas o “razones últimas” a las que la especulación filosófica tiene derecho; basta con mirar a los lados o hacia uno mismo para encontrar pistas y respuestas de lo que nos preguntamos en la filosofía o en la empresa.
Óscar Jiménez, discípulo de Llano, señala en un estudio que hace sobre la Etiología del Error, que en las obras de nuestro maestro "siempre encontramos una tendencia a tratar sobre la libido veritatis, que traducimos como voluntad de verdad, pero poco o nada sobre la voluntad de errar (contraparte de aquélla) -la libido falsitatis- salvo en esta Etiología." Gracias a este estudio de Llano podemos ver, pues, que analizar el error es de suma importancia, ya que la persona también puede aprender de sus equivocaciones y no sólo de sus aciertos.
El hombre se equivoca independientemente de tener esa voluntad de verdad porque es creativo, espontáneo, a diferencia de los animales, quienes actúan según el instinto; que si bien podrían pasar por creativos y espontáneos es por pura apariencia. Gracias a esta espontaneidad -que a mi juicio surge debido a la mezcla del entendimiento sensible con el intelectual- “el hombre se abre a la posibilidad de errar, aunque esto no sea así necesariamente, ya que también en el acierto hay una mezcla entre el conocimiento sensible y el intelectual.” La creatividad -aspecto eminentemente práctico en la persona- se ve amenazada por trampas en las que el hombre puede caer sin advertirlo -sin darse cuenta-. Llano habla de seis trampas en las que caemos en el error práctico: el ancla, el "status quo", los costos subterráneos, la reafirmación de la evidencia, la presentación contextual del problema y la predicción.
Primera trampa: el ancla
"Reside en la tendencia natural del hombre a aferrarse a la primera información recibida respecto de un determinado asunto." Esta primera información es la que se tiene como referencia para contrastar con los contenidos posteriores que se le presentan a la persona. Si la primera información que tenemos para el diagnóstico de determinada situación, por ejemplo, es incompleta o errónea, entonces el diagnóstico también estará mal hecho. Una posible solución para este error es liberarse de prejuicios, pero sólo podemos liberarnos de los prejuicios si tenemos un pensamiento original dice Carlos Llano; no necesariamente en términos de diferencia ante los demás, ser el único o el primero, sino remontarse al origen del conocimiento.
Segunda trampa: status quo
Por otro lado, el status quo -que significa atenerse a lo que ya existe- puede ser también un escenario en el que podemos caer en el error práctico. Este error está relacionado con la deliberación6, ya que "atenerse a lo existente contribuye a la atrofia de las capacidades de decidir", por eso es importante distinguir entre decidir que no se cambiará la acción según las nuevas tendencias (que no siempre es malo decidir no cambiar, sobre todo si el cambio es para bajar el nivel de excelencia de la actividad a la que se está relacionado), y no decidir si se cambia o no. Al no decidir uno va junto con la inercia de los hechos, que tal vez en un principio pueda convenir por llevarnos a la cima en algún momento; sin embargo, este status está condenado al fracaso, porque la misma inercia tiene un sentido parabólico, y aquí radica principalmente su decadencia.
Tercera trampa: costos subterráneos
Los costos subterráneos se encuentran estrechamente relacionados con omitir la reapreciación e ignorar la retroalimentación. El error radica en no querer ser expuestos, ni por nosotros mismos, a los errores cometidos durante el proceso de la acción. "Rectificar los errores pasados significa ponerlos al descubierto" y a nadie le gusta ser evidenciado. Partiendo de este orgullo, la persona prefiere seguir con los errores para evitar la incomodidad de sacar a la luz dichos costos subterráneos. Sacarlos a la luz es; no obstante, una postura sensata y oportuna. Aquí estamos hablando ya de virtudes morales. El antídoto para no caer en este error implica humildad para reconocer que nos hemos equivocado. Sin embargo, mientras más “grandes” somos, más cuesta rectificar la práctica. Precisamente por eso Carlos Llano comenta que “el que no rectifica sigue cavando un hoyo teniendo la absurda esperanza de salir por las antípodas”.
Cuarta trampa: reafirmación de la evidencia
La reafirmación de la evidencia es un error práctico que más que un error en la producción (poiético) es un problema ético (práxico) pues precisamente se basa en ratificar en lugar de rectificar los costos subterráneos. Esto no es un problema de medrosidad sino más bien de falta de humildad o exceso de vergüenza ante la posibilidad de ser expuesto hacia los demás por las faltas cometidas.
Quinta trampa: presentación contextual del problema
La quinta trampa, en la que el hombre cae en el error práctico, consiste en inclinarse hacia determinada solución de un problema y no ver una amplia gama de soluciones diversas a dicha situación. Esta causa de error de Llano podría estar incluida en el ancla; sin embargo, la solución no versa sobre ser original sino ser cauteloso. Es decir, el ámbito en el que se desenvuelve la primera trampa está mucho más relacionada al ámbito teórico -a pesar de estar hablando de una actitud, y por lo tanto del ámbito práctico de la persona-, y en cambio esta trampa parece estar más relacionada a la toma de decisiones directivas y éticas.
Sexta trampa: la predicción
La sexta y última causa del error práctico que considera Carlos Llano está basada en Hammond y algunos colegas suyos. Ellos la denominan la trampa de la predicción, que implica hacer pasar por seguras predicciones imprevisibles. Esto pasa sobre todo en el ámbito especulativo de las Ciencias Económicas. Llano señala que anticiparse significa actuar antes de que tenga lugar un fenómeno determinado; predecir, en cambio, se limita al mero hecho de prever qué es lo que acontecerá, sin poder cambiar el acontecimiento previsto. Para evitar tener por dogma lo que no lo es, sobre todo en predicciones, es importante tener flexibilidad en el proyecto, para dar mayor rango de acción a las modificaciones para enfrentar bien los avatares que vengan en un futuro.
Fuente: https://www.carlosllanocatedra.org/blog-filosofia/causas-del-error-segun-carlos-llano
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