El perdón Tanto se habla del perdón,
pero son tan pocos
los que perdonan de corazón.
Y es en ese detalle que,
el perdón se transforma
en una disculpa temporera que,
significa sólo una cosa:
"mientras no vuelvas a lastimarme,
todo estará bien".
El perdón y la confianza
son dos cosas muy diferentes,
que cuando están presentes ambas,
hacen de la vida
un paraíso terrenal,
pero la una depende de la otra,
aunque es difícil
esa unión entre ellas.
Aquí está el fallo
del verdadero perdón,
a un "perdón disfrazado".
El perdón verdadero
olvida por completo la ofensa;
brinda una segunda oportunidad
a ese "comenzar de nuevo".
Esto es lo más difícil
en cualquier relación,
ya que, en la mayoría de los casos,
se vive en un perdón disfrazado,
que no es otro que el de
"Te perdono, pero no olvido".
Es éste el más común,
pues somos humanos
y no siempre se está dispuesto
a colocar la otra mejilla
para que nos peguen.
Pero si te das cuenta,
en este tipo de perdón,
la mente y la razón
van por encima del corazón.
Es como cuando pensamos:
"Te quiero porque me quieres,
pero sabes que si me lastimas,
el amor no será igual."
Es en esa diferencia,
en ese pequeño detalle,
en el cual entra
el corazón al juego.
Es ese cofre precioso
que todos llevamos dentro,
el que se ocupa de controlar la mente
y combinar con sabiduría,
el arte de analizar
con el arte de dejar fluir.
Es en esta mágica aleación,
que se produce por un lado,
el deseo de ofrecer ese perdón anhelado
para sentir auto-liberación.
Mientras por otro lado,
ese falso orgullo de:
"no puedo permitirme el lujo
de volver a caer en tu trampa."
¡Cómo puedes ver,
el perdón y el olvido
van tomados de la mano...!
Está en ti
tomar esa decisión,
de arrastrar a cuestas
un perdón a medias,
que te hará vivir a medias,
con la felicidad también a medias...
o decidir perdonar de corazón,
donde las ataduras ya no existirán,
pues te habrás liberado
de esa carga tan pesada llamada:
"malos recuerdos"
y que es la culpable de que el "perdón"
no pueda ser pleno.
Perdona
con tu corazón abierto de par en par,
y podrás vivir en libertad espiritual.
Esto no quiere decir que pierdas
tu dignidad; que pisotées tu orgullo...
pues obviamente
¡somos seres humanos...!
Lo que quiero decir es que,
si tomas la decisión de perdonar,
no lo hagas a medias.
Hay un proverbio muy hermoso
que me impactó mucho al leerlo:
"Si me lastimas la primera vez,
la culpa es tuya;
si me lastimas la segunda,
la culpa será mía".
Perdonar de corazón te libera.
Olvidar, ayuda a esa liberación,
pero hay que tener la sabiduría
de saber distinguir
hasta dónde brindar confianza;
ya que, aunque van tomados de la mano,
deben permanecer
en sus respectivos niveles;
dependiendo el grado
al que han sido expuestos.
¡Perdonar es igual a olvidar,
pero no igual a confiar...!
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