Muchas personas pierden una vida entera al conservar rencor hacia alguien que puedo haberlas dañado y se niegan de esta manera a vivir plenamente el presente culpando a esa persona durante años. No soltar el recuerdo de la ofensa recibida provoca grandes sufrimientos.
Lo cierto es que no dejar ir esa historia es una elección personal, pero debes saber que nada retrasa más tu evolución y crecimiento que continuar atrapado en viejos rencores. Nadie puede dañarte a menos que lo permitas.
Es posible perdonar sin que ello implique olvidar la ofensa recibida, ni intentar justificar una acción en tu contra. Sí dejas partir ese dolor que también puede afectar tu cuerpo y sueltas el apego por aquélla historia dejando de identificarte con ella, te sentirás libre.
Cuando no perdonas te encuentras atado a ese suceso que te causó dolor y encadenado a las personas que te lo infligieron.
Bien dicen que el rencor es como un veneno que carcome a la persona rencorosa y la va matando por dentro.
Recordar en tu mente las ofensas una y otra vez sólo te resta energías.
Perdonar es una elección y tal vez hayas decidido NO hacerlo. Quizás puedas darle otra interpretación a lo acontecido y darte cuenta que el otro no pudo actuar diferente a como lo hizo debido a su estado evolutivo.
Cuando comprendas esto, posiblemente puedas observar lo ocurrido con mayor compasión lo que te engrandece como persona. Y entonces puede que decidas finalizar con tu dolor, dejar de dañarte a ti mismo, soltar el apego hacia aquélla experiencia y permitir que tu corazón se sienta en paz.
En tus manos está el ser libre y feliz.
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