Decir no es un derecho y a su vez, una gran responsabilidad que tiene una doble función, nos permite evitar ciertos inconvenientes y también nos hace personas libres, al saber cómo elegir lo que verdaderamente queremos conseguir.
Puede que no sea fácil aprender a ser selectivos, pero es una gran necesidad, en la siguiente reflexión podremos determinar si realmente sabemos decir no, de la manera correcta.
NO es NO
Y hay una sola manera de decirlo: NO.
Sin admiración, ni interrogantes, ni puntos suspensivos.
NO se dice de una sola manera.
Es corto, rápido, monocorde, sobrio y escueto: NO
Se dice de una sola vez.
Un NO que necesita de una larga caminata o una reflexión en el jardín, no es NO.
Un NO que necesita explicaciones y justificativos, no es NO.
NO, tiene la brevedad de un segundo.
Es un NO para el otro, porque ya lo fue para uno mismo.
NO es NO, aquí y muy lejos de aquí.
NO, no deja puertas abiertas, ni entrampa con esperanzas, ni puede dejar de ser.
NO, aunque el otro y el mundo se pongan patas arriba.
NO, es el último acto de dignidad; el fin de un libro sin más capítulos ni segundas partes.
NO, no se dice por carta, ni se dice con silencios, ni en voz baja, ni gritando, ni con la cabeza gacha, ni mirando hacia otro lado, ni con pena y menos aún con satisfacción.
NO es NO, porque NO.
Cuando el NO es NO, se mirará a los ojos y el NO se descolgará naturalmente de los labios; la voz no será trémula, ni vacilante, ni agresiva, pero tampoco dejará duda alguna.
Ese NO, no es una negación del pasado.
Es una corrección del futuro.
y sólo quien sabe decir NO, puede decir SÍ.