No, no hay ninguna conspiración del mundo contra ti… Los problemas de la vida no están para hundirte. Existen para ayudarte a crecer.Todos los seres humanos tenemos problemas o retos que se nos presentan a diario, algunos somos capaces de manejar o solucionar dichos retos con mejor facilidad que otros.
Hay veces que sientes que las dificultades te colapsan, te sobrecargan.. Probablemente recurrirás a alguna forma de escapismo para afrontarlos (como ver la TV, navegar por internet, videojuegos, exceso de lectura, alcohol y drogas… etc). Irás adquiriendo una sensación de lento hundimiento, como si la vida se te escapara. Cuando surjan nuevos problemas, te sentirás estresado, preocupado o ansioso.
La alternativa que yo he utilizado lleva a la retirada. Gradualmente me he ido escapando del mundo para reducir los problemas a encarar. He justificado esto con palabras como “simplificar” o “minimalismo”. Si alguna parte de mi vida me traia muchos problemas, intentaba eliminarla quirúrgicamente. He vivido solo y tenía pocos amigos. Me centraba en tareas fáciles, poco desafiantes y de escasa recompensa. El pensamiento de vivir en una caverna en cualquier sitio o meditar durante días me parecia una buena idea. Todo lo que quería es paz, paz, paz, pero parece que nunca eres capaz de permanecer así por mucho tiempo. Siempre llega alguna otra cosa molesta.
Ahora aprendo una forma diferente de pensar acerca de los problemas que es mucho más empoderante y mucho menos quejica.
Los problemas no existen para derribarte. Existen para ayudarte a crecer más fuerte. Los problemas son como la carrera de fondo de la propia vida. Si intenta recorrer un tramo, puede que te sientas cansado en el momento, pero te volverás más fuerte a largo plazo.
Mi enfoque estaba distorsionado.Cuando pensaba en los distintos problemas y retos que estaba encarando en mi vida, y creeme que algunos podrían considerarse relativamente graves, me sentía tentado de asumir que la meta era alcanzar la solución – para dejar atrás el problema. Pero esta es una perspectiva de pocas miras y enormemente desempoderante. Es como decir que la meta de ir al gimnasio es acabar cuanto antes con tu entrenamiento.
Ahora pienso que la acción de resolver problemas es lo que realmente importa. Es la acción, no el estado de haber resuelto el problema, lo que me ayuda a crecer. El mayor valor es la acción de resolver el problema, no el resultado final.
Si has estado como yo, usando la tactica del avestruz en tus problemas, cuando saques tu cabeza de la arena, puede que te encuentres rodeado de problemas que parezcan demasiado pesados de sobrellevar –grandes deudas, un trabajo sin futuro, una gran barriga, sin motivación de logro… etc. Está bien. Simplemente hay que empezar con las cargas más ligeras, y empezar a practicar a partir de ellas. Según vayas liberándote de estos problemas menores, te empezarás a sentir más fuerte y esperanzado. Según vaya pasando el tiempo, estarás preparado para encarar algunos problemas de tamaño medio… y después los realmente grandes.
Limpiar, organizar y las reparaciones menores son buenas actividades para empezar. Ordenar tu escritorio. Limpiar el baño. Organizar una estantería. Liberar la bandeja de entrada de tu email. Enderezar ese cuadro. Tirar la comida caducada de tu frigorífico.
También puedes programar el tiempo para esto. Establece un periodo fijo de tiempo, digamos 30-90 minutos, y simplemente empieza a reducir alguno de tus problemas. Cuando el tiempo se acabe, ya podrás parar, sin importar el avance que hayas conseguido. Yo a menudo uso esta técnica para tareas tediosas como limpiar un disco duro que necesita una mejor organización de sus carpetas. Me concentro en ello durante 30 minutos durante unos días hasta que termino. De esta forma la tarea nunca parece demasiado pesada. El beneficio a largo plazo de encarar problemas menores es que te vuelves bueno a la hora de procesarlos rápidamente. Mis padres son maestros en esto. Cada fin de semana abordan problemas ligeros en lotes, de esta forma la casa está limpia, organizada y en un orden correcto todo el tiempo.
Piensa en una sesión de resolución de problemas como un entrenamiento corto para tu disciplina mental, de forma muy parecida a ir al gimnasio. Si practicas estos entrenamientos de resolución de problemas con regularidad, te volverás progresivamente más fuerte, y los problemas pequeños nunca más te parecerán tan molestos.
Puede que sientas cierto estrés y tensión cuando estás en mitad de un problema duro, pero te sentirías igual realizando un entrenamiento duro en el gimnasio.
No te lamentes por tus problemas. Da las gracias por ellos. Te están entrenando para volverte más inteligente y fuerte. Aprende a disfrutar del entrenamiento que estás recibiendo. Con el paso de los años estarás agradecido de haber tenido que afrontar estos problemas por lo fuerte que te has vuelto.