¿Alguna vez has intentado estar tranquilo y de pronto ha aparecido un pensamiento que te ha alterado? ¿Te ha seguido alguna vez un pensamiento repetido hasta la misma cama impidiéndote dormir? Alguna vez un sentimiento ha torturado tu cabeza y has sentido que te gustaría arrancártela?
Es algo muy habitual y que nos ha pasado a todos. Pero por suerte, con la técnica adecuada, no tienes por qué sufrirlos más.
Cómo eliminar los pensamientos y los sentimientos que nos atormentan.
El problema con esos pensamientos y esos sentimientos es que no están localizados ni identificados. Son como fantasmas sin nombre que vagan por tu cabeza. Y mientras no sean nada, no puedes luchar contra ellos. ¿Cómo vas a luchar contra algo que no sabes lo que es? Por eso para tratar con ellos hay tres fases.
1. Identificarlos.
Lo primero que tienes que hacer es saber a que te enfrentas. Para ello busca para cada pensamiento o para cada sentimiento una imagen que lo represente. La imagen que sea más conveniente según la naturaleza del pensamiento o del sentimiento de que se trate. Por ejemplo si tienes el pensamiento de que la gente te odia, puedes imaginarlo como como bruja horrible vestida de negro que te repite constantemente que eres odiado. Si tienes un sentimiento de miedo puedes representar ese miedo como un fantasma que gira alrededor tuyo. Si sientes ira puedes imaginar un mono realmente enfadado. Si tienes un sentimiento de envidia lo puedes representar como un duende pequeño y feo que se frota las manos.
Se trata de que sientas ese pensamiento o ese sentimiento como algo con vida propia e independiente de ti. Tú no eres ese pensamiento, eres solamente el lugar por donde se mueve.
Quizá las primeras veces que uses esta técnica te cueste encontrar una imagen para representar al pensamiento o el sentimiento. Pero con la práctica te resultará mucho más fácil, porque estarás más acostumbrado y porque cada vez encontrarás más pensamientos y más sentimientos que te resultan familiares.
Una vez que has conseguido la identificación, todo es más fácil.
2. Reconocer el efecto que produce en ti.
Algunos de esos pensamientos o sentimientos son muy poca cosa, apenas te alteran. Sin embargo otros los notas subiendo por tu tronco, agarrándote la garganta, oprimiéndote el corazón. Descubre como te sientes cuando aparecen.
Piensa además en el motivo de su existencia. Algunos, aunque te duelan pueden ser necesarios para alguna cosa. Otros pueden ser simplemente devastadores y no tener ningún beneficio.
3. Tratar con ellos.
Esta es la fase definitiva. Has de mirar a esos pensamientos o sentimientos a los ojos y decidir qué hacer. Puedes actuar de dos maneras:
– A la manera oriental. Aceptando que ese pensamiento o sentimiento existe y esperando hasta que se marche. Al final todo se marcha, al final todo pasa. Es cuestión de dejar que las nubes pasen. Quizá nosotros somos el cielo que siempre ha estado ahí.
– A la manera occidental. Aceptando que ese pensamiento existe, pero decidiendo acabar con él. Es la actitud del héroe de película americana. Nada de contemplar. Disparar. Imaginarte decapitando a la bruja, atravesando con tu espada al duende malvado. Caos y destrucción.
Cada uno tendrá su camino preferido. Yo si tuviera que elegir diría quizá que seguiría el camino oriental para los menos invasivos y los menos perjudiciales. Pero con los más negativos no estoy dispuesto a tener tolerancia. Prefiero tomar una katana y deshacerme de ellos sin reparo.
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