Veo muchas personas en relaciones insatisfactorias, de las que no pueden salir.
O, al menos, no por ahora.
Hay dependencias económicas, por niños pequeños, por baja autoestima o por múltiples razones personales.
Circunstancias que no les dejan levantar la cabeza como uno lo haría (o cree que lo haría), que por lo general son repetitivas (por lo menos de fondo, aunque no sea de forma) y que los han sumergido en cierto grado de desazón, desesperanza o infelicidad.
Y sé que cuando uno les dice “pero cómo toleras eso” o “mejor sería que te quedes solo”, miran con cara de “tú no estás en mis zapatos, yo no puedo hacer eso”.
O, al menos, no por ahora.
Si estás en esta situación, quiero decirte que hay una manera en la que te sientas mejor dentro del contexto en el que te encuentras.
Porque no todo es blanco o negro, hay grises en el medio con los que se puede convivir e ir dando pasos hacia el camino que realmente deseas que sea tu realidad cotidiana (el de tu felicidad).
Si tu integridad y salud física y mental no están en peligro, entonces te propongo que, si no ha llegado aún el momento de tomar una resolución radical que cambiará tu vida por completo, periódicamente vayas haciendo cambios que te ayuden a tener una vida más placentera, alejada del conflicto y que se acerque cada día más al bienestar.
Algunas ideas son:
– busca qué te puede dar el oxígeno que necesitas para respirar con mayor libertad, desde una actividad fuera de tu casa como encuentros con amistades o caminatas por el parque
– no te enganches con manipulaciones ajenas: si uno no quiere, dos no pueden discutir
– integra a tu vocabulario ideas de valorización y úsalas si alguien te desmerece. Por ejemplo, si te dicen “no sirves para nada”, contesta, con una tranquilidad que emane de tu interior: “Sirvo para muchas cosas”; si escuchas “Todo te sale mal” puedes responder “Algunas cosas sí, otras no”. Esto desarma potenciales frases irónicas y sarcásticas futuras.
La propuesta es que, de la manera que puedas, en tu entorno actual vayas adoptando soluciones parciales, notes que el pesar comienza a ceder y que, con el correr de los días, te vas sintiendo mejor, con más fuerza. También que te reencuentres con quien alguna vez has sido (y sigues siendo en tu interior, aunque ese aspecto esté latente).
Tal vez desees tan solo sentirte más a gusto hasta que algunas circunstancias externas y ajenas a tu voluntad se modifiquen y entonces te resulte más fácil optar por otros rumbos.
Quizá te gustaría tomar otro tipo de decisiones, más drásticas, y consideras que no tienes lo que precisas para tomarlas.
Al menos, no por ahora.
Merlina Meiler