Rupert Sheldrake es el bioquímico británico que postuló la hipótesis más revolucionaria de la biología contemporánea: la de la Resonancia Mórfica. Las mentes de todos los individuos de una especie -incluido el hombre- se encuentran unidas y formando parte de un mismo campo mental planetario. Ese campo mental -al que denominó morfogenético- afecta a las mentes de los individuos y las mentes de estos también afectarían al campo.
“Cada especie animal, vegetal o mineral posee una memoria colectiva a la que contribuyen todos los miembros de la especie y a la cual conforman”, afirma Sheldrake. De este modo si un individuo de una especie animal aprende una nueva habilidad, les será más fácil aprenderla a todos los individuos de dicha especie, porque la habilidad “resuena” en cada uno, sin importar la distancia a la que se encuentre. Y cuantos más individuos la aprendan, tanto más fácil y rápido les resultará al resto.
El campo donde está conectada la información genealógica lo describe Rupert Sheldrake desde un punto de vista cuántico: Existen en la naturaleza unos campos llamados Morfogenéticos, los cuales son como estructuras organizativas invisibles que moldean o dan forma a tales cosas como plantas o animales, que también tienen un efecto organizador en la conducta.
Estos campos Morfogenéticos contienen información recopilada de toda la historia y la evolución pasada, algo a la manera de la “memoria racial” de Freud o el “inconsciente colectivo” de Jung o el “circuito neurogenético” de Timothy Leary. La resonancia mórfica, el principio de memoria colectiva, se puede aplicar al estudio del árbol genealógico. Cada familia tiene su propia memoria colectiva a la que todos sus miembros están conectados y tienen acceso.
La transmisión intergeneracional ocurriría pues en este campo mórfico hay una memoria común compartida por todos los miembros del clan, hayan o no convivido en las mismas coordenadas espaciotemporales. ¿Esto podría ser otra forma de entender el inconsciente colectivo y el inconsciente familiar? ¿Daría respuesta al por qué los secretos y los no dichos de una generación ejercen ese tremendo efecto en las siguientes?
Claudine Vegh decía que “vale más saber una verdad, aun cuando sea difícil, vergonzosa o trágica, que ocultarla, porque aquello que se calla, es subordinado o adivinado por los otros y ese secreto, se convierte en un traumatismo más grave a largo plazo”.
Anne Ancelin Schützenberger lo ha estudiado a fondo: “Los duelos no hechos, las lágrimas no derramadas, los secretos de familia, las identificaciones inconscientes y lealtades familiares invisibles” pasean sobre los hijos y los descendientes. “Lo que no se expresa por palabras se expresa por dolores”.
¿Podemos los descendientes modificar esa información almacenada en el campo? La sanación del árbol consiste en quitar la repetición, comprenderla, o repetirla en una forma positiva.
Alejandro Jodorowsky