Asfixiantes y complicadas son aquellas relaciones en las que no se permite la vida independiente de cada individuo. Todo lo hacen juntos, hasta que un plan irresistible aparece.
Cada pareja es un mundo aparte y las cosas que suceden dentro de ese universo suelen ser enigmas mayores, incluso, que poder develar qué fue primero, si el huevo o la gallina.
Están aquellas parejas que viven una especie de relación simbiótica. Son como uña y carne, siempre pegados. Hacen todo juntos, no se separan nunca. Mayormente ella toma las decisiones de todo. Si se le ocurre que tienen que hacer pilates juntos, él -sin dudarlo- accede. A ella se le ocurre que sería buenísimo hacer origami juntos, y él la acompaña.
Toman clases de yoga, salsa, y/o tango. Y así con todo. Desde la ropa hasta la música y la comida. Ella decide todo. Y todo se traduce en la misma respuesta de él hacia ella: “Sí, mi amor”.
Los romances pueden volverse relaciones de poder. | Imagen: thedepartmentofnews.com
Todo lo hacen juntos, porque comparten hasta el mismo grupo de amigos. Lo único que hacen por separado es ir a trabajar. Y a veces ni eso porque, o bien trabajan en el mismo lugar, o tienen un negocio juntos, o un proyecto laboral que hace que se vean “hasta en la sopa”.
Pero… “alguien tiene que ceder”, y en este caso siempre cede él, y ella parece ser quien lleva los pantalones en la pareja. El clásico caso del “pollerudo” y “el sargento García”. Ellos son felices así; los de afuera y sus comentarios son de palo.
Pero esa supuesta armonía y tener el control de todo se transforma casi en una pesadilla cuando los excompañeros del secundario deciden hacer el reencuentro anual de egresados.
Juancito, que se pasó todo el año complaciendo a su novia, le dice: “Mi amor, los chicos del colegio quieren que nos juntemos en la casa del Pocho a jugar campeonato de Play”.
Se produce un silencio abrumador. Grillos de fondo susurrando, y la cara de María, la novia de Juancito, empieza a desfigurarse como si estuviera siendo víctima de una posesión demoníaca.
María respira profundo y trata de que su eje vuelva a centrarse, y aunque no lo consigue, lo disimula tan bien como cuando Juancito, su novio, le dice que las milanesas le salieron ricas, pero “como las de mamá no hay”.
Sí, es nada más y nada menos que una simple reunión de varones solos que se juntan a embobarse frente a un LED de 55 pulgadas, con un joystick en la mano, mientras relatan el partido de fútbol creyéndose Alejandro Fantino, y se sienten Messi cuando meten un gol, como si fueran ellos en carne propia los que estuvieran pateando. Nada más inofensivo y sano que eso. Pero María es una de las tantas mujeres que no logran entender la diversión de juntarse a “correr virtualmente” atrás de una pelota.
“¿En lo del Pocho?”, responde María. Mientras tanto en su interior, las voces de su consciencia no la dejan en paz y reproducen un monólogo: “Justo en lo del Pocho, que es el único amigo soltero, que se la pasa saliendo y bolicheando, y su departamento es un desfile de gatos. ¿No podrían juntarse en lo del Gordo, que está casado, tiene dos hijos y la mujer embarazada de mellizos? “
“Sí, en lo del Pocho”, responde él.
María, con cara de tránsito lento, se queda callada y esboza una sonrisa falsa y nerviosa. En eso le suena el celular. Es un mensaje de
WhatsApp de su grupito de amigas: “Este sábado salen drinks en casa y después vamos al barcito de Piru”.
Ese mensaje le cayó del cielo. De pronto, la reunión en la casa del Pocho le viene como anillo al dedo. Y después de haber estado a segundos de armarle flor de escena al pobre Juancito, María le dice: “Ok, mi amor, andá tranqui a lo del Pocho. Yo me voy a lo de Mechi, y después al bar de Piru”. Y en ese preciso instante ella, que se sentía derrotada porque su novio se iba a ir a lo del “detestable” del Pocho, sintió que la cancha se inclinaba a su favor y que ella pasaba a ganar 7 a 1 como Alemania le ganó a Brasil en el último Mundial. Y sí… hay gente que si no la gana, la empata.
Juancito se encuentra entre la espada y la pared y siente que María le está ganando por goleada. Su novia se va a ir a la casa de Mechi, apodada por él como “la Zorra”, porque incluso hasta el día de hoy, después de tres años de novios con María, le sigue diciendo “tengo un flaco para presentarte que está que se parte”. Y como si ir a lo de Mechi no fuera suficiente, van a ir al bar de Piru, el ex novio de María. Así y todo, con todas las de “perder”, respira profundo y le dice: “Andá tranquila, nos vemos después en casa”.
Las relaciones se basan en la confianza y él decide confiar. Aunque el combo Mechi- Piru no sea santo de su devoción, imposible perderse la reunión con los pibes en lo del Pocho, campeonato de Play de por medio, porque amigos son los amigos. Y ya lo decía Carlín: “Vos fumá”. Y aunque fumar es perjudicial para la salud, “fumarse” una situación algo tensa de vez en cuando es parte de la vida misma.
Quizás lo ideal sea darse más aire y más lugar para que cada uno haga su vida en la pareja, así despegarse y que cada uno tenga su espacio entre amigos no resulte tan “doloroso”, como parece ser en este tipo de relaciones simbióticas. Sea como sea, los hechos y/o personajes son ficticios, cualquier semejanza con la realidad, es mera coincidencia. Eso sí, siempre y cuando crean en las coincidencias.
Por Natalia Coderch