Hay personas que llegan a ser irritantes por su comportamiento frío y distante. Son insensibles e impermeables a cualquier estímulo. La expresión de sus caretos es igual a la del careto de una sardina. Su carisma está en números negativos. En sus venas, la sangre se traslada de un sitio a otro en forma de cubitos de hielo.
SIN EXPRESIVIDAD
Las personas emocionalmente frías son distantes, calmadas, insensibles al entorno, misteriosas e incomunicativas. Además, suelen ser deshonestas, inseguras, temerosas, cobardes, suspicaces y con tendencias depresivas.
Su expresividad sólo es contundente en una cosa: expresan distancia, lejanía, frialdad; eso queda muy claro en sus expresiones. Y utilizan esa misma distancia, el silencio o la indiferencia como su arma más efectiva.
JUGAR CON VENTAJA
Convivir con alguien así es algo realmente duro. Nunca se sabe qué sienten, qué les gusta, qué les disgusta. Ni si están tristes o alegres. Son como muñecas de porcelana. Ellos saben utilizar el desconcierto del otro en su favor para manipular, para intimidar. Están en una posición ventajosa. Es como jugar una partida de cartas en las que ellos las tienen boca abajo y los demás las enseñan.
Lo menos adecuado para tratar con ellos es enfurecerse. Si lo haces, ellos saben que están ganando la partida, te estarán desquiciando. Lograrlo es como una chocolatina para un niño, porque les animará a seguir siendo como son.
SON ASÍ PORQUE NO SABEN SER DE OTRA FORMA
Como en realidad no se expresan porque tienen miedo a hacerlo, porque no están acostumbrados y temen sentirse ridículos, una de las mejores formas de tratar con ellos es darles cariño, tratarlos con cálida amabilidad. Eso, efectivamente, cuesta. Pero la sola satisfacción intelectual de dejarlos desarmados debería ser un buen estimulante. Es difícil porque tratar con personas que no reaccionan a nada puede terminar con la paciencia del más santo. Por eso es muy importante saber descargar la tensión cuando alcance límites peligrosos: salir a correr, practicar la relajación, gritar en lo alto de una montaña…
Eso no quiere decir que no disfruten de su ventaja viendo como los demás se desquician con su actitud y lo mal que lo pasan intentando saber lo que piensan o sienten. Pero realmente, no saben comunicarse.
Por eso deben verse como lo que son: personas con dificultades comunicativas, que necesitan ayuda. Acercarse a ellos, sin entrar en su juego, puede abrir esas puertas que se han mantenido tanto tiempo cerradas. Una sesión de preguntas hechas de forma calmada, en la que se va concretando aquello que no quieren concretar, va llevando la situación a un punto en el que ya poco tienen que esconder, ya no quedan misterios que descubrir. Y, en consecuencia, su hermetismo carece de sentido.
También ayuda el sentido del humor. Lo importante es no caer en su trampa. Si tu reacción no es la que ellos esperan, perderán la partida tarde o temprano.