Algunas personas muestran siempre la misma cara, petrificada, inexpresiva… ¿Cómo no se dan cuenta de lo desagradable que es para los demás tener ante los ojos a alguien de quien no se siente nunca nada nuevo, vivo, animado? ¡Qué aburrimiento! A menudo, es incluso causa de separación en las parejas. A fuerza de ver en el otro las mismas mímicas, los mismos gestos, las mismas actitudes, y de oír las mismas palabras, las mismas reflexiones banales sobre los mismos temas, uno de los dos ya no lo soporta más y se va. El que no sabe renovarse no debe extrañarse si, al final, el otro, cansado de esta monotonía, se va a distraerse a otra parte. Y lo mismo sucede con los amigos: ¿qué placer podemos encontrar en frecuentar a gente sobre la que podemos prever de antemano la cara que van a poner y de lo que van a hablar?
Ya hay suficiente monotonía en la existencia cotidiana. Para hacerla más soportable, hay que pensar en poner en ella un poco de novedad, de diversidad, de poesía. Así que, ¡cuidado!, si os presentáis siempre de la misma manera, contando las mismas cosas, los demás se cansarán y se apartarán de vosotros. Debéis saber renovaros y todos os amarán, porque emanará de vosotros algo expresivo, vivo, un brote que les beneficiará.
Omraam Mikhaël Aïvanhov