Muchas veces escuchamos decir la frase:
“todo vuelve en la vida”, como si una acción divina se encargara de hacer justicia, mientras que otros, por otro lado piensan que si no creen en esta ley del universo, no se verán afectados por sus acciones y el resultado de éstas.
Pero el karma no puede ser burlado, porque más que una ley, el karma es un principio propio de nuestra existencia, es un principio que vela por el funcionamiento y equilibrio de la naturaleza y del universo.
El karma funciona como la Ley de Newton: de toda acción hay una reacción. Es física. Es un hecho de la naturaleza. Karma quiere decir “acción”, pero esta acción no significa nada si no la relacionamos con la intención que existe detrás de nuestros pensamientos, deseos, y actos.
Es la intención la que determina lo bueno o lo malo de nuestras acciones.
En cada momento,
tras cada decisión y acto que llevamos a cabo, vamos definiendo nuestro futuro, nuestro destino, alejando o atrayendo cosas. Sea armonía, amor, abundancia, o por el contrario: caos, escasez, soledad, tristeza, desamor.
En Cada Momento, Tras Cada Decisión Y Acto Que Llevamos A Cabo, Vamos Definiendo Nuestro Futuro, Nuestro Destino
Y aunque pensemos que no hay opciones en la vida, que la suerte y la justicia dependerá de algo externo, para cambiar, y evitar repetir el mismo ciclo y karma una y otra vez, quédate leyendo este artículo, porque descubrirás cómo funciona exactamente el karma, y cómo podemos hacer para cambiarlo, para tener una vida llena de armonía, amor, paz y abundancia.
El karma es causa y efecto al mismo tiempo, es la semilla y su cosecha, es la acción y la reacción en simultáneo. Aunque esta dinámica sea un principio de nuestra naturaleza, muchas veces,
a las personas les resulta más conveniente pensar que nosotros no tenemos nada que ver con lo que nos sucede, especialmente lo malo, y nos olvidamos que todo lo que hacemos genera algo, ya sea bueno o malo.
Pensemos un instante:
¿Acaso es posible sembrar semillas de trigo y que crezca algodón? No.¿Por qué entonces se nos ocurriría pretender que si sembramos semillas de envidia, egoísmo, intolerancia, vamos a poder recibir o cosechar amor, paciencia, generosidad en nuestra vida y de las personas que no han recibido nada de eso de nosotros?
Es así de simple. Cada uno recibe lo que da, cosecha lo que sembró.Precisamente, todo esto
tiene que ver también con el libre albedrío. Con la libertad que los seres humanos tenemos para elegir, para decidir qué sembrar, cómo actuar. No obstante, muy pocas personas asumen y toman consciencia de esta libertad, y nos olvidamos de que somos al fin de cuentas, los únicos responsables de lo que hacemos, decidimos, elegimos, y que todo esto determina nuestro presente y futuro, afecta nuestra suerte o destino y a las personas que están cerca nuestro.
Y esta falta de consciencia en la libertad y en la responsabilidad, genera este pensamiento culturalmente instalado, de que no tenemos opciones,
que la vida es injusta, que tenemos simplemente mala suerte, que estamos condenados a la soledad porque así la vida lo quiso, y nos colocamos constantemente en el papel de víctima, culpando al destino, a Dios, al universo de todo lo que no nos pasa o de lo que
nos pasa.
Nos Olvidamos Que Somos Nosotros Los Diseñadores De Nuestra Vida, Que Somos Nosotros Los Que Podemos Cambiar Nuestra Suerte.
Nos olvidamos que somos nosotros los diseñadores de nuestra vida, que somos nosotros los que podemos cambiar nuestra suerte. Somos entonces, los únicos responsables de nuestro Karma. Cada cosa que hagamos, cada intención detrás de cada acción, será lo que nos permitirá alcanzar la vida que deseamos y recibir todo lo que hemos dado.
Pero cuando colocamos la responsabilidad de nuestro Karma en algo externo a nosotros, como la suerte y el destino, dejamos de ser conscientes de nuestros actos, de nuestras elecciones, de nuestras intenciones, de nuestras decisiones, y pretendemos cosechar, recibir o crear una vida llena de cosas, a pesar de que nunca hemos sembrado las semillas adecuadas para obtenerlas.
Sin esa consciencia respecto de lo que hacemos, tampoco podemos ser consciente de los resultados de nuestras decisiones, y por lo tanto, no podremos aprender de nuestros errores. Si tenemos en cuenta que
otras de las funciones del karma, es la evolución, es el aprendizaje de lo que nos sucede en la vida,
deberíamos utilizar el poder de nuestra libertad para elegir crear un futuro diferente para nosotros, evitando devolver con la misma moneda o esperar la justicia divina, y hacer el bien siempre, brindando amor, aunque no lo hayan recibido,
y así cortar con el ciclo anterior y evitar repetir el mismo Karma en nuestra vida.-
Como dice Deepak Chopra: “Sea que nos guste o no nos guste, todo lo que está sucediendo en este momento es producto de las decisiones que tomamos en el pasado, pero muchos de nosotros escogemos inconscientemente, y, por tanto, no nos damos cuenta de que estamos frente a un abanico de opcionesLa mayoría de nosotros, como consecuencia del condicionamiento, respondemos de manera repetitiva y predecible a los estímulos de nuestro medio ambiente.”Por lo tanto, la clave del Karma es pensar conscientemente :
“¿Traerá esta decisión que estoy tomando felicidad para mí y para quienes me rodean?” Si la respuesta es afirmativa, sigamos adelante. Si la respuesta es negativa, si se trata de una opción que nos traerá sufrimiento a nosotros o a quienes nos rodean, o que nos aleja de aquello que queremos recibir o cosechar en nuestra vida, entonces, ya sabes que decisión tomar. “Y tu: ¿qué semillas siembras?
Por
Josefina Casas